La Radio del Gato

jueves, 22 de abril de 2010

JUGADOR NERVIOSO - Jorge Jesús

CRÓNICA 28


Mi hermano hacía chanta y reía, festejaba certero con las bolitas, mientras el otro hacía el hoyo y yo arrimaba para empezar el juego. Me gustaba chantar y alejar del hoyo al contrincante, el más certero era el Pancho, reía a carcajadas feliz de ganarnos las bolitas.

Mamá llamaba, ella siempre nos tenía a su alcance, en esa distancia que alcanza su voz; nos hablaba, ella hablaba de principio a fin del día, con una o con otro. Nos llamaba a comer y ahí estábamos, mientras ella servía el puchero plato a plato, comíamos y conversábamos, con las palabras que había arriba de la mesa. Papá traía otras palabras y las hacía en el aire, mamá lo dejaba hacer a papá, el hablaba y luego que él se iba a la obra, las palabras regían a partir de ella.

Los gatos nos miraban a la distancia, porque el Carozo, mi perro, los ponía en vereda. Los gatos se arrimaban, cuando el perro salía a cazar formas, con su ladrido de barbilla. Mamá traía la jarrita con agua fresca, servía agua en cada vaso de la sed, del mediodía o de la siesta.

Mamá, nos reunía en la distancia donde llegaban sus palabras, y como un centinela verificaba con palabras, que contestaban nuestra estadía al alcance de su conversación. Nos escapábamos a jugar, y nos juntaba a dormir la siesta cerca de ella. Mamá dormía, y nosotros en voz apenas audible, hacíamos el discurso; contestando a las formas de un diálogo, con el interlocutor interno, que nos merodeaba a la siesta. Y hacíamos palabras en el aire.

Lo bueno no dura, llega el Botas Negras, Apenas estribado en la puteada de blasfemia reincidente, Patea al centro de mis piernas, y de manos abiertas golpea con las dos manos sobre mis orejas, aturdiendo mis oídos.

Él se apura en resolver su apuesta, con fichas de mi piel, apostadas contra los augurios de imposibilidad; de sacar información del detenido Pedro Jonas; hay que matarlos a todos y no perder tiempo; dice furibundo una voz nueva en el ambiente que se hace más tenebroso. Se apuran con apuestas, juegan el tiempo vital de cada uno; y yo me arrincono ante la estampida de los brutos.

Estrello los huesos en el temor a que me desaparecieran del aire de mis hijos; como desaparecieron a Eduardo el compañero de las palabras de papá.

Acaso años de mi nombre, aferran las manos con fuerzas del brocal del cielo, para sobrevivir sobre el precipicio.

Aporto todo el equipaje en la idea de vivir. Mamá me dio tantas lunas como días a vivir, y no me dijo cuantas lunas dejara al nacer. Ellos, los torturadores, saben de mis lunitas, por las llaves del delirio que abre mis edades del comienzo; hablo desde cada luna que crece en la memoria.

Ahora me cuesta guarecer la sombra, que mamá me dejara pegada a los talones; me cuesta guarecer la sombra mía, para que no me la despegue el Botas Negras. Es un oficial con sus apuros de rendimiento; crece su soberbia porque crece la demanda de hombres como él, para servir a las fuerzas conjuntas de La Orden Debida; fuerzas que tienen uruguayos detenidos en los calabozos de la dictadura; están en listas de espera, para que se les inicie el tratamiento de tortura especializada; a cargo de hombres como el Botas Negras; que te toca en mala suerte, soportar Pedro Jonas.

Si, uso las mismas palabras con nexos distintos en la memoria, porque el Botas Negras redunda en su método. Me cuesta guarecer mi sombra, aprietan el aire en la demasía del submarino seco; consistente en retorcer la capucha y no puedo respirar y aprieta y afloja y pregunta y burla en la mismísima ventana abierta entre la vida y la muerte.

Y aprieta y afloja y se burla, y si aprieta el oxígeno del corazón, me desbarranca, me deja afuera sin sombra propia; persiste el miedo a la estampida de la bestia que tortura. Y Mandacarú atento a los desenlaces, desaparecería mis huesos sazonados de sed, los huesos de Pedro Jonas.


(del libro que escribo desde el título “NOCHES SIN CAMPANAS")
JORGE JESÚS

No hay comentarios:

Traductor