CRÓNICA 12
La realidad es una semilla; si brota ilumina con frutos, con ramas secas o con flores que nos hacen decir hermosas. Esas semillas, a veces, son semillas de una antirealidad como la semilla que brota en el delirio.
La sed prolongada y la estadía en un clima de castigo permanente, genera condiciones para que broten esas semillas de mandrágoras extrañas, y nos dejan en la esfera de sus frutos perversos. La sed sale por las puertas de las alucinaciones, confunden el espacio de los sentidos, orillas de agua se esfuman al tocarlas con la lengua.
La lengua es un cartón seco y raspa al moverse en la boca seca. Los diseñadores de la tortura, asumen el rol de técnicos en auscultar la psiquis del torturado, ellos orientan al detenido hacia el miedo extremo para que contagie el pánico resultante; objetivos que buscan los patrones de ellos, los dictadores; hablo en plural porque ya se sabe; para que haya un dictador feroz, hay miles de pequeños y pequeñísimos dictadores que participan en el tejido social; conforman una dictadura sostenida por muchos militares y civiles obsecuentes y autoritarios.
Al castigarnos a nosotros, buscan controlar a la población; expanden el dolor, y generan el miedo extremo a las fuerzas conjuntas de “La Orden Debida”. Ellos conocen a la población; cuando preguntan por un vecino conocido del torturado; lo que buscan es debilitar al castigado; pretenden que entregue su tesoro al torturador, su tesoro: el amor al prójimo; intentan con la tortura, quebrar la fidelidad humana al compañero o compañera de lucha por la libertad.
Aquí soy Pedro Jonas semilla de mi padre, y me planto en la semilla elegida por mamá, para que brote el destino; germina con nuestra dignidad; esperanza en una flor bella de ocho pétalos de la libertad, Ante nuestra negativa en colaborar, los torturadores nos dan de su remedio, nos dan de su semilla extraña: la tortura, y esta semilla brota en espinas, no florece, cuando germina solo mata con su veneno represor.
Pasos.
Oigo su respiración fuera de la capucha, está a mi lado.
Hizo gritar a otro detenido.
Se detuvo. Arrastran a alguien.
Otra vez me golpea el golpe sin aviso.
Pienso y con furia digo que no se haga el vivo.
Mira lo que gané. Una patada.
El grito hace rato es mío. Grito de dolor. Se ríen.
Cómo para no gritar.
Y quiero agua.
(del libro que escribo desde el título “NOCHES SIN CAMPANAS")
JORGE JESÚS
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