La Radio del Gato

lunes, 5 de abril de 2010

DISCURRIR DESDE LO EXTRAÑO - Jorge Jesús

CRÓNICA 13



. Sabemos que tenemos rosas en las manos y no sabemos nada más. Las ataduras de las esposas que me atan con nudos de hierro, no pueden atar las rosas que mi madre cortó en aquella luna y me llamara regalándome el nombre.

Mamá me enseñaba a ver la esencia del contenido en el vaso, apreciar la realidad desde la semilla plantada en el sol del entendimiento. Los torturadores despiertan el vacío del vaso, intentan ocupar la parte sin contenido, ellos pretenden completar el vaso de mi destino.

Mi madre decidió regalarme lunitas del credo Charrúa, las mismas que mi abuela dejara en el bautismo, de piel abierta a la lunita, que ella elegía siete veces al año, para presentar nuestra piel de bebitos, siete veces del rito dibujaban el destino, mi destino que me regalara mi madre.

Grabando lunas nuevas en la memoria que nacía, me regalaba la vida en cada mañana, mi corazón es ese puñado de lunas que me regalara para vivir. Mamá me nombró sin decirme cuantas lunas viviré; cuento cada luna como si fuera el aire de mi que ella me regalara.

Los torturadores no pueden tumbar la luna, no pueden tumbar el agua dulce que siembra la luna en el sereno de cada sed vertical. Y tengo sed, necesito agua y los torturadores desplazan el vaso de agua, hacen ruido con la boca al beber cerca, burlándose proponen el negocio de la traición; los compañeros, sus nombres para detenerlos; mis compañeros por un vaso de agua para la sed del infierno. Y sí no quieres, seguirás resecándote a la sombra de la sed; y siguen bebiendo líquido que previamente vuelcan en chorro de botella elevada, líquido que cae sonando en el vaso de mi sed, me llevan al desvarío pero no a la traición, y contesto, no conozco a nadie.

Retocan la burla del agua distante con otras agresiones. Y es tan sencillo el mundo que hasta las palabras tienen agua dulce. Ningún torturador puede enterrar las palabras que nombran la vida, y me caigo y me levantan a palos. Los mundos que están en este mundo me abruman de ofertas de vida, de lunitas asoleadas y no me dejan salir por la puerta del agua.

Encontramos palabras que son caminitos de letras o migas de pan que se come la ansiedad, queremos saber la trama de lo próximo; quiero saber si las lunitas crecerán con agua nueva, solo pienso en el agua.

Palabras de la conversación entre el yo y el él que me acompaña desde niño, son palabras que llegan al nombre de cada uno y nos saludamos para poder vivir, y pido agua, deliro el lamento de la boca reseca y el custodia del infierno, canta una canción para alegrarse y alejarse de la tristeza, de esa tristeza que lo obligan a provocar en los hombres y mujeres del plantón de personas encapuchadas.

Como que me llamo Pedro Jonas me achicaron el espacio.

Te achicaron el lugar.

Mentira, me lo cambiaron de aire.

Irina se asoma por la puerta, vuelve con las botellas de agua “Salto” y se va con ellas.

El asalto de mi memoria desplaza los olvidos.

El tiempo fuera de la capucha es de ellos. Y tan de ellos que pueden acortar el tiempo de mis lunas; ellos son agentes de la muerte; y esta gran prostituta del infierno se acuesta con sus regalos; y prometieron que me acostarían con la muerte si no les marco el paso.

Afuera el mundo es un adentro del sol donde también vivo.

Descubro el continente donde los ríos llaman a Irina.

El tiempo afuera, en la ciudad, parece otra madrugada.

Hay música. Han de ser los bailables del “Social”.

Tal vez encuentre agua del rocío, para la sed de este Pedro Jonas.

Parques de la vida y sueños encantados, en los dos parques nos encontramos según las ganas de beber de la luna y tu estrella.


(del libro que escribo desde el título “NOCHES SIN CAMPANAS")
JORGE JESÚS

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