25 de junio, 2012:
Fragmentos de la
esperanza
Hoy es lunes, me dije. Pateé la palanca de
arranque una vez, dos veces y el motor empezó a roncar. Metí primera y salí a
la calle. Hoy es lunes, repetí, sin darle a las palabras una significante real.
Busqué el horizonte más allá de las copas negras de los árboles que tutoran el
arroyo que atraviesa la ruta. Hay días que ilusionan; hay días que agobian; hay
días apáticos; hay días que matan y hay días que prometen. Los lunes prometen,
mas casi nunca cumplen. Abren una puerta ilusoria, nos depositan en la efigie
irreal de una nueva aventura cervantina. (El origen de los cascos para
motociclistas está en las celadas de los caballeros, me dije, sonriendo por la
ocurrencia). Después, pasan desapercibidos, y uno comprende, tristemente, que
los oscuros encantadores no son más que frailes de la orden de San Benito, que
puede que no libremos nunca esa descomunal batalla de la que no han hablado aún
los libros de caballerías, que no gobernaremos ninguna ínsula ni seremos los
señores de un majestuoso castillo. Que, éste día, como casi todos los de
nuestra vida, acabará en la hora gris de las penumbras, chato, espantado y sin
promesa. Vale decir, sin embargo, que es preciso conservar la esperanza de que
un día cualquiera, nos construyan un caballo de madera que sea capaz de
sobrevolar todas las glorias imaginadas, aunque más no sea, en el misterioso
reinado de la locura.
Amadeo Pastor
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