Crónica 42
A veces, las Fuerzas Conjuntas de La Orden Debida, ejecutan, fusilan grupos de personas en lugares diversos; contestan así a la creciente demanda de libertad. Hay otras personas de plantón en la plaza de armas, pienso que nos van a “mover”.
En la región de las dictaduras gobierna el Cóndor Operativo. Pedro Jonas sabes que si sucede algo entre la sociedad civil y su voluntad de libertad; entonces opera la represión en gran escala; y los uruguayos, los torturadores de la dictadura, son entusiastas colaboradores de la Operación Cóndor.
Cuando el siniestro Cóndor mueve sus alas de carroñero en los cuarteles; entonces ocurre el rigor masivo contra los detenidos. Represión coordinada con fusilamientos en las playas perdidas o regiones como Pando, o el ametrallamiento de las tres muchachas de abril.
Cuando fusilaron a los ocho obreros del Paso Molino, tú, Pedro Jonas, estuviste en el sepelio. Sabes Pedro Jonas que esta gente es bestia, solo la bestia tortura gente, y se mete con los huesos de los que asesina.
Tienen de trofeos a los huesos de los desaparecidos como tu amigo Eduardo. Pedro Jonas, cuida tu ánimo, diría tu padre Juan, y andarás por los caminos del mundo. Contarás las lunas, aquellas lunas, que te regalara tu madre para vivirlas; y para llevar la cuenta de tu destino en este mundo.
Los detenidos, somos el objeto estético de su juego perverso, juego de romper alma y vida del enemigo, o sea nosotros, los trofeos de la dictadura.
Nos usan como presencias inteligentes, a quienes el soldado de la Seguridad Nacional, debe conocer para vencer y destruirlo; y así entrenan a la tropa en el odio.
Masifican la tortura, también como un método de ensuciar de dolor ajeno, las manos de los soldados.
No me equivoco en suponer el comienzo de un castigo masivo; los soldados, metódicos, obedecen y castigan a los habitantes cautivos en las fauces de la bestia.
Disponen el personal de tropa para la tarea de bestia; entrenan a los hombres para que sean bestias; los entrenan en formas de odio al enemigo, y nosotros los detenidos, somos el objeto del odio; y somos los destinatarios predilectos, del efecto del odio entrenado; y sobre nuestra piel soportamos la avalancha, de esa fuerza de la bestia suelta.
Resultan lamentos y gritos, tanto del personal de tropa ensoberbecido en el malón, y los gritos de los detenidos doloridos.
Alguien ordena La Orden Debida, y se retiran.
(Del libro que escribo desde el título "NOCHES SIN CAMPANAS")
JORGE JESÚS
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