La Radio del Gato

viernes, 14 de mayo de 2010

CARTELES DE LA NADA - Jorge Jesús

Crónica 45



En el calabozo, el infierno tiene una constante en la presencia del militar de turno; militar del equipo de interrogadores de La Orden Debida; quien te admira para destruirte; dejándote a la altura de su bota con que te patea la piel del tiempo.

La piel del tiempo, tu piel Pedro Jonas, se corre hacia palabras escritas en carteles de la nada. Flirtean con la muerte, flirtean las palabras de la sombra, que propone el criminal de turno, en la guardia del cuartel militar; cuartel que aloja a un batallón de infantería que asesinó en sus dependencias a Ivo Fernández.

Lo asesinaron en la tortura unos días antes que me detuvieran; los asesinos lo aseveran, para decretarme trámite urgente del miedo en la tortura. Te lo dijo Pedro Jonas, el mismo oficial de bigotes rubios, y los asesinos comandan tu cotidianidad. Los soldados fueron a las escuelas de la ciudad de Paysandú, las mismas escuelas a las que concurrí en mi ciudad natal.

Mamá me trajo a mirar la primera luna del bautismo, en su casa de calle Ayacucho; cerca del río Uruguay, donde la partera exclamó: ¡Oriental Angelita, un hijo!

No hay persona mas oriental que yo y mi madre, ambos nacidos en la orilla del río Uruguay, río que desemboca en el Sur de la sed, y me criaron jugando en esas orillas de agua dulce, orillas orientales, de muchacho oriental.

Me atrae la revuelta de las estrellas; ellas, las estrellas, dibujan el cielo que miro y anoto en la memoria de gurí, el viaje del ñandú, desplegado en el camino vivo de la vía láctea. Las estrellas, cuento vivo de la vida. Aquel dibujo del ñandú, lo perdí de vista hace años.

La tortura, acaso sea la forma que el zapatero de los dioses, usa para lustrar el espejo del Olimpo militar. Las botas acharoladas, donde los dioses de turno, admiran su imagen con botas de combate.

Van al combate contra el vecino y su condiscípulo escolar; y crece la baja autoestima de los sádicos, a costilla de tus costillas, Pedro Jonas, tocadas por sus trompadas.

Imagen del patrimonio criminal, la tortura refinada de los dioses usureros del despotismo militar. Y vaya si te cobran con usura el dolor de ser libre. La Orden Debida, apunta con saña al enemigo interno, al vecino oriental.



El único papiro o papel para escribir, lo encuentro en la memoria; y escribo en la memoria, escribo atento a los borrones inevitables de los olvidos; que recortan a su medida el encuadre del tiempo.

Y vale aquí saber, que el tiempo adquiere una premura en la sed de la vigilia encapuchada, adquiere un ritmo en el pánico o en la angustia, te ahorca por dentro de la garganta.

El tiempo de referencias rotas, es tiempo de referencias en el caos. Un oriental Pedro Jonas, su servidor, y muchos orientales, caen en la cuenta de la ignominia de la tortura, cuando le cuento de la barbarie desconocida.

Las fuerzas de La Orden Debida, salen de los cuarteles a la guerra cobarde contra el pueblo desarmado. Salen a romper el humanismo, misión imposible; pero criminal, que deja el tendal de dolores, en lo irreparable, de los huesos secuestrados de las víctimas desaparecidas..

La gente desaparece en sus manos de soldados; asignados para custodiar la vida y ahora la matan sin remordimientos. Tengo que inventar el sol adentro de la piedra.

Dibujo palabras de mi madre. Si quiero cielo, escribo pájaros que nacen en mi memoria; azul de la memoria picoteada de olvidos perdidos en trinos coloridos.


(Del libro que escribo desde el título "NOCHES SIN CAMPANAS")
JOrge Jesús

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