La Radio del Gato

sábado, 6 de junio de 2009

Sombra y fulgor


Agustín Díaz Pacheco

La bondad, reflejada en su curtido rostro, la piel herida por las huellas que implacablemente esculpe el tiempo tras largos años de resistencia, decidida lucha y penosos desencuentros y encuentros, despóticamente arbitrados los que condenan al exilio. Esto referido al prolífico y excelente escritor Mario Benedetti; más de 80 libros de poesía, cuentos, novelas, ensayos y guiones cinematográficos constatan una intensa y fecunda trayectoria. Algo importante a destacar: su humanidad, realzada por una digna sencillez y el estricto compromiso. De él se ha escrito con ternura: “Se fue una parte del Uruguay valiente. Gracias por el ejemplo, gracias por el fuego”; en palabras del escritor y profesor uruguayo Jorge Majfud (Lincoln University of Pennsylvania, EEUU).

Pero si la muerte intenta tender su callada sombra, la memoria irradia e impone homenajeadora luz, porque su talento, antes de su adiós, demostró ser firme baluarte de la literatura latinoamericana. Desde su actividad como periodista, hombre de acción (Movimiento de Independientes 26 de Marzo, integrado en el Frente Amplio, Izquierda Unida ha de perseverar), partícipe efectivo contra la dictadura, y exiliado a Argentina, Perú, Cuba y España. Ahora, en el territorio sin fronteras de la literatura -en el que nunca falta, al contrario, narcisismo, soberbia, desdén, abrirse paso a codazos, falsedades, trampas, y la siempre repugnante prepotencia-, el hombre nacido en Paso de Toros (Tacuarembó, Uruguay), se convirtió en cronista de una aciaga época para la libertad y el emancipador avance democrático; jamás mero espectador, siempre radicalmente ajeno a las comodidades, nunca escribió para satisfacer egoísmos personales y absurdas vanidades, abundante en numerosos mentecatos. ¿Qué pensaría Mario Benedetti ante lo manifestado por el adocenado Gabriel García Márquez: “Escribir es el trabajo más solitario del mundo”? Podría elevarse la hipótesis, posteriormente confirmada, de su mayúsculo soporte ético, que lo condujo a la resistencia, el exilio y a la doble soledad: el fallecimiento de su esposa Luz López, aquejada de Alzheimer, y la silenciosa hechura concretada en escribir para sobrellevar la ausencia de su amada mujer.

Adversario de los tiranos y víctima de éstos, elevó su actitud, escritos y voz frente al frío silencio de otoñales patriarcas. Nada fácil la difícil vida del escritor uruguayo, y es que la zozobra que pretende el dominante no encuentra acomodo en personas con principios. Puede valer que Uruguay -donde los canarios jugaron decisivo papel histórico- fue estimada la Suiza de Latinoamérica, y hoy es la demostración de un país cuyo gobierno -coalición Frente Amplio- amplía la proximidad del sueño despierto de un horizonte deseado. Adquiere justeza lo ya escrito: “Se fue una parte del Uruguay valiente. Gracias por el ejemplo, gracias por el fuego”, escrito por Jorge Majfud. Ha llegado el instante en el cual el fulgor vence a la sombra. Gracias, entrañable Mario Benedetti, has sido coraje e inmemorial fulgor.

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