La Radio del Gato

miércoles, 17 de junio de 2009

Rolando Faget para siempre (Por Héctor Rosales)


Rolando Faget Hijo de una de las mayores astrólogas de la historia uruguaya: María Sara Llovet (que durante años utilizó el nombre de Ariadna en prensa, radio y televisión), Rolando nació bajo el signo de Libra un 10 de octubre de 1941 en la ciudad de Montevideo. Con el paso del tiempo nuestro amigo también se aficionaría al estudio de la astrología y el tarot, disciplinas con las que adquirió un merecido prestigio, especialmente en el extranjero.
Escritor, editor, periodista, animador cultural, cronista de cine y literatura, trabajó durante años en la Caja de Jubilaciones. Fue destituido y exiliado. Entre 1981 y 1986 vivió en Barcelona, y antes en Ecuador (Quito), en Brasil (San Pablo), y en la ciudad uruguaya de Salto (dirigió allí la programación de "Radio Tabaré", entre 1979 y 1981, donde difundió el canto popular uruguayo).
Viajero empedernido, recorrió numerosos países de América Latina y Europa. Ejerció el periodismo en diversos medios de prensa radiales y escritos, la mayoría de Uruguay y Ecuador.
Organizador y director de Ediciones de la Balanza (1975-1977), sello que publicó 16 títulos en una de las etapas más duras para la cultura del Uruguay, y resultó decisivo para lanzar nuevos poetas o consolidar la trayectoria de diversas voces nacionales.
En Barcelona Faget colaboró con la campaña electoral del PSOE y efectuó algunos trabajos para la Universidad Menéndez y Pelayo. Al retornar a Montevideo fue secretario de prensa del movimiento "Pregón" (1986-1994, liderado por la Dra. y escritora Alba Roballo, quien además de Senadora e Intendente de Montevideo, fue la primer mujer Ministro en América Latina).
Alto, corpulento, de una barba legendaria que lo asemeja a un profeta bíblico, un oso de un bosque imaginario donde jamás existió la violencia, o un Crusoe que encontró sin darse cuenta la isla que mejor lo ampararía, Faget es un referente insólito en los uruguayos que me ha tocado tratar a lo largo de la vida. Muchos de ellos le han conocido personalmente y jamás, en ningún caso, les escuché una crítica negativa sobre su manera de ser; todo lo contrario, le han declarado un cariño que siempre interpreté como sincero y que no se ha dado con el común de los mortales de las tribus que integré.
Rolando Faget ha sido generoso en todo momento, despreocupado por el mundo material y volcado por completo hacia sus seres queridos, dueño de un sentido religioso que en lugar de transportarle su atención al más allá, la dirigió en primera instancia a los conflictos y necesidades del individuo de a pie.



Alejado de vanidades, arribismos y estúpidas competiciones, apostando por una vida humilde y reservada, se ha entregado a sus letras y lecturas, a promover (con frecuencia, sin apoyo alguno detrás) personas y culturas que le han interesado, contando sólo con su propio esfuerzo, sus creencias y voluntad.
En contrapartida, no es raro que una figura así quede apartada de los cenáculos del poder, de los grandes medios de comunicación para los cuales, en demasiadas ocasiones, se requiere un código de valores tan oportunista como vacío.
Faget habita un reino interior. Llegará el momento en que su labor y convicciones contarán, por sí mismas, con mayores receptores. El poeta sabe que su tiempo comienza y se extiende en el mañana; el presente es siembra y resistencia
Hasta la fecha, la poesía publicada de Faget cuenta con los siguientes títulos: "Poemas del río marrón" (Montevideo, 1971 y 1977), "Un sol otras mañanas" (Mdeo., 1975), "El muro de los descansos" (Mdeo., 1976), "No hay luz sin consecuencias" (Mdeo., 1977), "La casa está habitada" (Mdeo., 1978), "A Juan León Zorrilla" (Mdeo., 1978), "En el nombre del trigo" (Mdeo., 1981, Barcelona, 1985), "Compañera Alba" (Mdeo., 1987), "Conocer luego" (Mdeo., 1987), "Paraula encesa" (Barcelona, 1989 y 1990), "Carta de ríos" (Mdeo., 1993), "Nota general de plantas" (Mdeo., 1994) y "Poesía reciente" (Barcelona, 1994, 1995 y 1996).
Presente en revistas literarias, suplementos, folletos y libros colectivos de varias latitudes, aparece incluido en antologías publicadas en Argentina, Brasil, Ecuador, Cuba, España, Suecia y China.

No obstante, Faget fue un poeta verdadero, dentro y fuera de la decena y pico de títulos editados en breves recopilaciones que, pese a su limitada circulación original, llegaron a manos de algunas de las personalidades más importantes del siglo XX.
Recorrió innumerables ciudades y pueblos de diferentes países, sobreviviendo como el más humilde de los peregrinos.
Con un pequeño bolso, un sobre lleno de papeles y recortes de prensa cultural bajo el brazo, una bufanda roja y unas enormes alas invisibles, no hubo viento ajeno a sus impulsos.
Excelente locutor de radio, con una voz profunda, vehemente y uruguayísima, leyó de manera irrepetible poesía y prosa, expresó esperanzas, proclamó convicciones que, en tantos momentos, nos ayudaron a ver luces y horizontes donde sólo había noche implacable.
El domingo 3 de mayo,(en víspera a su partida) horas antes de que este amigo insustituible se librara de la silla de ruedas, de las paredes fijas en el otoño montevideano, de las inútiles expectativas, en México se lanzaba una primera edición virtual de Nadie dude el lucero.
No tuve tiempo de decirle que ya circulaba ese título (tomado de un verso suyo). Él fue más veloz y trascendió al ciberespacio, a los días terrestres, a las miserias humanas y a las vanas campanillas de una fama que logró evitar, porque su búsqueda de libertad tampoco admitía esos venenosos caramelos, esas cadenas camufladas.

Héctor Rosales




No es para nada ajeno a nosotros saber que con un altísimo grado de ignorancia sobrepasan por encima nuestro, grandes virtuosos literarios, colosales artistas de todas las artes, sin que nos demos cuenta de ello, hasta su póstumo, y eso si la suerte de los medios de comunicación colaboran con su locuacidad. Pregunto a modo de juicio: ¿Será el motivo de la pobre difusión cultural que albergamos cómplices al centralismo que aún existe en nuestro país? O, simplemente al espaldarazo y quebranto de credibilidad qué reservamos hacia nuestra cultura? Uds lo sabrán juzgar.

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