Había una vez un árbol que tenia una flor sin color, entonces al árbol no le gustaba sin color. Preguntó a la flor si podía cambiarse de color. La flor le dijo que no. El árbol quedó muy triste, porque la flor no podía cambiarse de color. Pensó, pensó y se le ocurrió una gran idea, le dijo a la flor que llamaría a la rosa celeste del jardín vecino. La llamó y le preguntó:- por qué estás triste, árbol? - Porque mi flor no tiene color y tampoco puede quedarse celeste. A la rosa le pareció interesante, entonces dijo: -podría darle un poco de mi color, pero seria inútil. Podría llamar a mi amigo pirincho que es de color celeste, él podría posarse en la flor y darle el color de sus resplandecientes plumas. Se posó en la flor y quedó celeste! Desde aquel tiempo quedó celeste y su sueño, se hizo realidad...
Escuela:
Escuela N°71
País:
Uruguay
Departamento:
Paysandú
Autor:
Robert Caporale
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