“Ante los recientes editoriales del diario “El País” sobre los jóvenes que ni estudian ni trabajan, como comisión nacional contra la baja de la edad de imputabilidad queremos expresar nuestra preocupación por el tenor de los argumentos que maneja el editorialista”
“El referido editorial habla de una “banda de iletrados” y de “barbarie inexplicable”¸ a quienes declara en “guerra entre (…) la cultura (…) y una embestida…por destrozar los símbolos de la cultura que no integran”.
Diario El País – 21/09/2011 – Editorial
Sociedad en peligro
Dentro de la masa de ignorantes que pueblan este mundo, figuran en lugar destacado los miles de adolescentes que no estudian ni trabajan. Esa legión de inservibles (que no debe ser demonizada, según aconsejan ciertos sectores ilustrados) es ante todo víctima de hogares encabezados por padres a quienes la magistratura uruguaya confiere la categoría de responsables, ya que les entrega los hijos infractores toda vez que son procesados sin prisión. Pero al margen de esa confusión hay muchas otras, porque los jovencitos ignorantes confunden por lo menos dos cosas. En primer lugar, consideran que el uso de la fuerza bruta es sinónimo de superioridad, de coraje y hasta de heroísmo, además de ser un medio para conquistar el protagonismo que no logran por otros caminos más legítimos.
En segundo lugar, el agrupamiento en bandas agresoras les otorga la sensación de pertenencia a un núcleo del que carecen por haber nacido en familias disgregadas y por depender del azaroso relacionamiento propio de su vida en la calle. Considerando las múltiples violencias que derivan de esa intemperie, la lucha por sobrevivir se convierte en un combate bastante feroz, donde los extremos de conducta criminal y los episodios homicidas no son algo insólito sino cada día más habitual. No se necesita bajar a los niveles de marginalidad ni de indigencia para encontrar tales extremos, como lo demostró la muerte a balazos de un joven en la esquina de Luis Alberto de Herrera y Galarza, o los incidentes tumultuosos en escenarios deportivos.
Tampoco debe sorprender a nadie que esas bandas de iletrados incurran en actos vandálicos contra escuelas o liceos, porque a esos centros de formación se asiste para adquirir lo que a ellos les falta y se imparten las nociones que ellos consideran como algo ajeno, es decir los conocimientos que ellos no tienen y que por lo tanto pertenecen a otro mundo, cuya utilidad ignoran y cuyo valor intentan descalificar a través del ataque, el saqueo y la destrucción de material didáctico. Lo que por fuera parece un acto de barbarie inexplicable, es en verdad la guerra entre un sistema organizado en torno a la cultura y una embestida de los extraños por destrozar los símbolos de la estructura que no integran y cuya presencia física intentan borrar.
Sin quererlo, pero además sin llegar a descifrarlo, toda la ciudadanía está embarcada en ese conflicto. Algunas de sus batallas han tenido lugar en el Liceo 50 del barrio Casabó, institución a la que concurren diariamente unos 600 estudiantes, porque el establecimiento ha sido atacado a pedradas por bandas de adolescentes que tienen entre 14 y 17 años, y que además agreden a los alumnos con garrotes y hasta con perros pitbulls. Lo que merece especial atención es que no se trata de grupitos formados de modo casual, sino de bandas con cierta capacidad planificadora para descargar una furia que va transformándose en algo sistemático, frente a lo cual no han podido hacer nada los aterrados docentes ni las gestiones emprendidas por el personal liceal frente a las autoridades, cuya obligación de velar por el orden, asegurar la libre circulación y garantizar el derecho al estudio, parece admitir su derrota frente al desenfreno de los agresores y a la gráfica ascendente de sus operativos de terror.
Como se sabe, el caso del Liceo 50 no es un hecho aislado en un panorama montevideano donde esos focos se multiplican, extendiéndose a zonas cercanas, como la Ciudad de la Costa. La pregunta que está en el aire es si el ejercicio de la autoridad sucumbirá ante la amenaza de esa resaca juvenil de número y bestialidad ascendentes, que no sabe nada, no respeta nada ni aprende nada al margen de sus programas delictivos, o si encontrará en cambio la manera de reprimir, reeducar y rescatar el desperdicio de ese sector de una adolescencia a la deriva. Por el momento, una ciudadanía tan asustada como los profesores y funcionarios del Liceo 50, espera una respuesta de la que depende el futuro de esta sociedad en peligro.
COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA
Montevideo, 26 de setiembre de 2011.
Ante los recientes editoriales del diario “El País” sobre los jóvenes que ni estudian ni trabajan, como comisión nacional contra la baja de la edad de imputabilidad queremos expresar nuestra preocupación por el tenor de los argumentos que maneja el editorialista
Nos preocupa el hecho de que un periodista pusiera todo su esfuerzo en señalar que la sociedad se encuentra enfrentada a un peligro sin precedentes en manos de estos adolescentes y jóvenes, lo que se desprende de las poco felices expresiones utilizadas.
El referido editorial habla de una “banda de iletrados” y de “barbarie inexplicable”¸ a quienes declara en “guerra entre (…) la cultura (…) y una embestida…por destrozar los símbolos de la cultura que no integran”.
Nos alarma observar que frente a la realidad de muchos adolescentes y jóvenes que se encuentran expulsados del sistema educativo y del mercado laboral, el señor periodista, sin distinción entre causas y medios, los denomina “masa de ignorantes” y “legión de inservibles”, para además criticar a quienes sostienen que “no debe ser demonizada”.
Es inevitable concluir que cuando este periodista habla de quienes califica como “Ni Ni”, señala que todo joven en esta situación es y será indefectiblemente un delincuente.
No sabemos en qué fuentes se ha basado el editorialista. Menos cuando expresa que “los episodios homicidas son cada día más habituales”. Debiera saber quien opina, que de los homicidios cometidos en el Uruguay, sólo una ínfima parte tiene protagonismo adolescente.
Teniendo la oportunidad de explicarse con un segundo editorial este reafirma que “las reflexiones del editorial” son efectivamente “sobre los menores infractores”. De lo que cabe concluir: Los “Ni Ni”, según este señor, son todos menores infractores.
Por todo lo expuesto, la Comisión Nacional No a la Baja expresa:
Es absolutamente erróneo señalar que todos los jóvenes que no estudian ni trabajan cometen delitos. Los jóvenes en conflicto con la ley son un número considerablemente inferior.
La permanente asociación entre inseguridad y juventud, además de distar de la realidad, conduce a una campaña de estigmatización de la adolescencia que en nada contribuye a un real esfuerzo por lograr una sociedad más segura.
Si los uruguayos deseamos erradicar la violencia de nuestra sociedad, debemos comenzar por nosotros mismos. Esto implica superar la lógica del enfrentamiento y la guerra, así como desterrar de nuestro diálogo toda adjetivación que implique discriminación, instigación al odio y términos violentos.
Exigimos una actitud responsable de los periodistas en este terreno, que contribuya a fortalecer los vínculos sociales y no a destruirlos, reconociendo que son ellos quienes además de informar, son formadores de opinión.
Los niños, las niñas y los adolescentes desde la década de los 80 han sido los que llevan la peor parte, solo recordamos que ellos son los más pobres en el total de la población y los más criminalizados. Hace falta levantar la mirada para darnos cuenta que la lógica de “honestos contra delincuentes” es una falaz premisa. Si el Uruguay quiere recobrar el tejido social desmembrado por las políticas instaladas hace décadas y encausarse en la senda que en algún momento nos identificó como “país de cercanías” obviamente no debemos seguir el camino de agoreros como el de los editoriales.
Saludos cordiales,
Por Comisión Nacional No a la Baja
Luis Pedernera 099188766
Gastón González 091231005
Fabiana Goyeneche 095019161
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