La Radio del Gato

sábado, 9 de octubre de 2010

TERESITA GODOY “El bandoneón para mí es casi la vida”


Por: Jandra Pagani (Publicado en Semanario El Sanducero- 08-09-2010).

En una tarde de clima ceniciento me dirijo a la casa de la bandoneonísta Teresita Godoy. La encuentro en su casa, esperándome. Luego de las presentaciones, la entrevista comienza entre mate y charla.
Teresita Godoy nació un 16 de octubre de 1960  en su casa de calle Bolívar esquina Independencia, es la cuarta de cinco hermanos. Una mujer sensible, que  guarda  los aromas y recuerdos de su niñez. Teresita, de hablar respetuoso, de manos virtuosas y pródigas de una inmensa memoria, vive junto al benjamín de su familia, rodeada de muchos perros que recoge de la calle.
 


 ¿Cuántos años hace que estás tocando el bandoneón?

Que toco el bandoneón hace ya 38 años. Empecé un 11 de octubre. Aprendiendo mis primeras notas. Para el 18 de diciembre mi padre me compró el Bandoneón, éste que ahora tengo, es como un hijo para mí. Me lo compró con millones de sacrificios. Tuve que aceptar quedarme sin comprarme juguetes y ropitas nuevas hasta que se pagara el bandoneón. Pasaba de 8 a 10 horas estudiando, no estudiaba más porque mis hermanos lloraban para que parara.

¿Cómo surgió tu acercamiento al bandoneón?

Desde los 5 años que quería aprender el acordeón.
La profesora a la que me llevaron me rechazó por no saber leer.
De ahí me incliné por el arpa, viendo a Abel tocando en uno de esos festivales de COPAY y también fracasé por la dificultad para conseguir el instrumento. Sin instrumento no se puede aprender.
Un sábado de octubre (1971) mirábamos en familia “7200”, conducido por José María Brunini. Ahí apareció, en vivo, el maestro Juan Carlos Rubiolo. Mi mamá, amante del tango, dijo: “¿Quién de ustedes quiere aprender el bandoneón?”
Mis hermanos varones no dieron signos de interés y mi hermana era muy chiquita. ¡Yo quiero! Respondí. Al día siguiente, en el hipódromo, íbamos todos los domingos, mis padres hablaron con Rubiolo. También estaba en las carreras. El lunes estaba en la academia.


¿Cuándo comenzaste a tocar en público?

El 25 de agosto de 1972. Hice mi debut en el teatro “Florencio Sánchez”. Era en “Paysandú Canta”, fui a tocar, pero, tras grandes peripecias, tuve que cantar y tocar.

 ¿Cómo fue tu carrera en Uruguay?

Hacer carrera con la música, en Uruguay, no es cosa fácil.
El hecho de ser mujer y tocar un instrumento, más bien visto para hombres, y cantar me dio un espacio.
Muy poco de mi país me quedó pendiente, toqué en teatros, auditorios, salas de Montevideo; hasta participé con la filarmónica dirigida por García Vigil; también toqué en festivales, escuelas, domas y otros escenarios que ahora no recuerdo.
Mucho tiempo toqué en clubes, como el Social, en las galas, con Tito Lemes. Aunque, los bandoneonístas de Lemes no me dejaban tocar, ahí yo cantaba. Fui artista exclusiva del café del “Florencio Sánchez”. Sólo 2 veces pisé el Anfiteatro del Río Uruguay.

¿Cómo llegaste a Europa?

Fue después del Festival en AGADU, con Gabriel Grau, ganamos el tercer premio, mil dólares, con eso y un dinero que pudimos juntar nos aventuramos por España. Madrid fue la primera ciudad que me recibió, y me dio una nueva visión. Fue de mayo a agosto del 2001.

¿Cómo llegaste a Emiratos Árabes y a Japón?

Antes de ir a España ya sabía que viajaba a Japón.
Carlos Fernández, un amigo que hoy ya no está, me consiguió un toqué en el programa de Omar Gutiérrez. Ahí me vieron los bandoneonístas de “Villasboas”. Esta orquesta viajaba en octubre a Japón. Tenían que llevar una vocalista, tuve suerte. Los bandoneonístas le hablaron al maestro de mí y éste se interesó. Tanto, que vino a Paysandú a buscarme y me dijo: “Usted se va conmigo para Japón”.
En Japón estuve 40 días. En febrero del 2002, hacía 2 meses que llegaba de Japón, me llamó desde Dubai (Emiratos Árabes Unidos) Beto Boliolo, sanducero que llevaba 2 años en el Jumeirah Beach Hotel. Él estaba como líder del grupo con el que trabajaba en la Parrilla “Argentina”, restaurante del hotel. Se quedó sin bandoneón y llamó a la familia para que lo contactaran con Jorge Medina que, debido a sus ocupaciones, no viajó. Beto, a través de su hermana consiguió contactarme. Me llamó y me ofreció el puesto. El 1 de marzo, de ese mismo año, llegué a Dubai y toqué hasta el mes de julio.

¿Pichuco o Piazzolla?

Pichuco, ese es el estilo de mi música, la que me gusta tocar. Puedo tocar folklore, jazz, puedo tocar música popular, es lo mío. No puedo tocar clásicos. Piazzolla me gusta, aunque no es mi estilo. En Dubai tuve que interpretar “Balada para un Loco”, la gente lo pedía. 


¿Qué significó tocar para una cultura totalmente antagónica como es la de Japón y Emiratos Árabes?

Japón fue la experiencia más impresionante de mi vida. Debutábamos cada día, ya que viajamos permanentemente. Siempre en teatros y a sala llena.
El japonés, por su cultura y su respeto tan profundo, se cohíbe bastante.
Yo fui tranquila porque me dijeron que tenía que hacer lo que siempre hice, pero, al llegar, me dieron una canción en japonés, la tenía que tocar y cantar como en el disco. Me dijeron, por suerte en español: “Usted tiene que cantar en japonés”, yo dije: “No, no, a mi no me dijeron que tenía que cantar en japonés”, pero terminé por cantar, por fonética, la canción. (Risas). La canción es hermosa, tanto que la hice parte de mí y así lo transmití cada vez que la canté. Con eso me gané el aplauso de todo el público. Me esperaban para que les firmara autógrafos, eso fue increíble. Lo máximo fue cuando llegamos a la ciudad del autor y él estaba en la sala, al terminar el concierto vino a reverenciarme, por poco me desmayo. En Emiratos el trabajo es diferente, es restaurante, con una variedad de público cada noche.

¿Qué huellas dejaron en tu vida todos estos años fuera de tu tierra?

En cada uno de mis viajes gané experiencia, crecimiento como música y persona.
Hoy tengo muy buenos amigos de muchas partes del mundo, que son los que hicieron llevadera la separación de mis afectos. Marqué una huella en cada sitio que trabajé.
Tanto así que Jumeirah me llevó 7 veces a la Parrilla “Argentina”.Eso habla por si solo de mi trabajo.
Sé que la distancia hace estragos en la familia, en los amigos, en las costumbres cotidianas… Esas secuelas hoy las tengo muy marcadas y me llevará un tiempo, tal vez lo que me quede de vida, borrarlas. Pero no me arrepiento en lo más mínimo de lo que viví y de lo que logré.

¿Cómo vive tu familia ese romance que hay entre tú y la música?


Mi familia nunca dudó que entre el bandoneón y yo hay más que un lazo musical.
Las oportunidades se me fueron dando y tuve que aprovecharlas. Sé que la plata no cubre todo y no es la felicidad, pero te calma los nervios. Cuando las cosas comenzaron a quebrarse, afectivamente, no me quedó otra que seguir, porque, ya que tengo una meta, la voy a lograr. Después habrá que poner en la balanza, qué sirvió y qué no. Quienes quieran seguir al lado mío será porque me han valorado. Y los que no será porque, para ellos, no sirvió de nada. Porque, si fui a cumplir mis propósitos, y los cumplí y los logré, quiere decir que no hice las cosas mal. Yo no fui la que fallé. Nunca me fui de vacaciones, me fui a lucharla.

Un mensaje dirigido a los jóvenes artistas.

Se ganan y se pierden. Pero, lo que realmente logras en tu vida, si te da valor, crecimiento, no lo desperdicies.


La mítica bandoneonista, es única en nuestro país: hija del folklore, impregnada hasta la médula de tango, permeable a los códigos del jazz y, también, deudora de la tradición clásica, pero, ante todo, profunda, emocional y reflexiva. Su carrera tiene ya treinta y ocho años de trayectoria. Su voz y su manera de tocar el bandoneón la hacen original en la escena, constituyéndose como una de las músicas que hay que oír en Paysandú.
Como dijo Aníbal “Pichuco” Troilo y lo exalta Teresita al final de la entrevista, el sacrificio no está nunca en renunciar a lo que uno es. El verdadero sacrificio está en seguir siendo lo que uno es.
Me voy  conmovida: por su música, su historia de vida y su gran generosidad.
 

1 comentario:

scapillera dijo...

Qué excelente la entrevista, gracias Jandra.
De Teresita tenemos los mejores recuerdos, venía a Chapicuy cuando yo era una niña y la teníamos de Profesora de Coro, de Bandoneón y de Guitarra, en La Escuela Nº 54 y en la Junta L. de Chapicuy.
Ha sido siempre constante su predilección y su amor por la música y lo supo brindar a cada uno que la conocía.
Mucha suerte TEresita y todo lo mejor te deseamos!!

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