"FLOR" y "LA CURA", son las canciones que adelantan la salida de su primer disco
"PUNTOS CARDINALES".
Tenemos artistas de oficio, artistas part-time, artistas de impulsos urgentes, artistas cansados de ser artistas y artistas que no podrían, no sabrían, cómo ser otra cosa porque son eso a cada instante. Entre éstas últimas tenemos a Carmen Pi, pudorosamente escondida como una artesana de las notas y de los silencios, seguramente para no sonrojarse advertida de sí misma como lo que verdaderamente es: ese maravilloso ser capaz de conmoverse y conmovernos hasta los huesos con los gestos y pulsiones más simples del camino.
Hija de una tradición musical formal, tan rígida y tan europea, como del canto de raíz en tierra, tan sentido y tan corazón. De los exilios y los desexilios, de su peregrinar por el continente americano. Con el alma y los ojos abiertos traduce como una antena, recepcionando y transmitiéndolo todo por el filtro de su identidad como artista.
Perteneciente, además, a la muy reducida casta de artistas capaces de asimilar un extraordinario dominio de la técnica sin despegarse un segundo de la sabiduría que encierran las sensibilidades más primitivas. En su voz, en sus manos al piano y en su calor como compositora e intérprete se replica el eco del arte ancestral: conectar las emociones. Y Carmen sabe de eso… vaya si lo sabrá. ¿Por qué? probablemente ni ella lo sepa, pero si algo se puede aprender de Carmen Pi es que ni falta que hace andar hurgando en explicaciones que, a fin de cuentas, sólo le roban tiempo al placer y la más profunda y visceral emoción.
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