La Radio del Gato

lunes, 29 de marzo de 2010

“NOCHES SIN CAMPANAS” - Jorge Jesús

RUEDAS DEL LABERINTO

Entre la larga fila de camiones cargados de remolacha azucarera, arranca la caravana militar artillada en la burla de las armas, máscaras nocturnas ladradas por los perros del barrio. Personal especializado en el asalto armado a las viviendas de las familias obreras. Grupo de tareas entrenado para inventar el enemigo en el vecino y en el ex condiscípulo escolar de cada uno.

El oficial de bigotes amarillos mira burlón a su prisionero y comienza por ambientarlo.

-Ahora sí vas a pasar mal.

El prisionero Pedro Jonas atina a mirar en la penumbra del odio que descorre su piel en los ojos del teniente, quien tiene saberes del infierno que nutren de miedos a las palabras, el oficial habla desde una silueta no humana. El odio de los represores empaqueta en otro aire a Pedro Jonas, el prisionero.

Las calles se estrechan en el centro urbano de la ciudad dormida, el teniente ordena y erizan los vehículos con armas apuntando sombras emboscadas. Las mismas sombras de los sueños y del sueño del habitante que ya compone con ocho letras una palabra, ocho letras que emergen en el miedo del habitante que mira la marcha militar erizada de soberbia, ocho letras como ladrillos sueltos de las manos edificando el sueño en el concepto de libertad.

Sin novedad paran la marcha en la puerta del laberinto, la puerta del cuartel viejo. A cada unidad militar del infierno le asignan una puerta, que solo ellos abren y cierran. La guardia desplegada intercepta a la tropa de asalto nocturno, y contraseña mediante la consigna es contestada por el teniente, coinciden las claves numéricas y abren la puerta compuesta por un portón de madera entre un muro y dintel de piedra. Mientras entran los vehículos de asalto el teniente de bigotes amarillos ordena con un gesto, y en el recorrido del cierre del portón, un soldado de la guardia de prevención mira y se acerca a Pedro Jonas el prisionero, y le ata la cabeza con un trapo de lona usado por otros olores corporales.

-“La capucha”, se dice Pedro Jonas del otro lado de la puerta, en la contratapa de la realidad, en el aire del infierno la victima, el trofeo de la dictadura.

Los ojos de Pedro Jonas adquieren un límite oscuro.


Pág. 4 del libro que escribo desde el título “NOCHES SIN CAMPANAS”
Jorge Jesús

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