La Radio del Gato

domingo, 6 de noviembre de 2011

El pasado sábado 5 de noviembre fueron esparcidas en Salto las cenizas del poeta Rolando Faget Llovet


                      LAS CENIZAS DEL POETA ROLANDO
                      
                        FAGET SERÁN TRAÍDAS A SALTO



       Bienvenido entonces por siempre a Salto, poeta de la retama, de “la río”, de la luz y el agua; bienvenido para siempre entrañable hermano. Jesucristico...
      Rolando Faget se destacó como poeta, periodista y promotor de la cultura, especialmente de la vida cultural salteña. Su vínculo inicial con esta tierra fue a través de la poesía de Marosa di Giorgio cuya lectura le produjo un verdadero deslumbramiento. Viajó a Salto a conocer a la autora de Los papeles salvajes y desde entonces quedó cautivo de la calidez de la gente y de los atardeceres sobre el  río.
       A fines de la década del setenta se estableció aquí y comenzó un programa radial. Su voz potente con un dejo tanguero fue cautivando a los oyentes,  sobre todo a los jóvenes quienes percibían en sus mensajes las claves de la resistencia a la dictadura. Difundió la poesía, el canto popular uruguayo que en esa época era una cuña de luz en las tinieblas, el teatro, la narrativa nacional, el tango, género por el que tenía una gran pasión. Al mismo tiempo fue tendiendo puentes hacia los creadores, hacia los jóvenes, hacia los excluidos y los débiles. Todo lo hizo con maestría y humildad, sin grandes definiciones, con la fuerza del corazón desnudo como única bandera.
       Rolando Faget fue un cristiano puro, auténtico, vertical. Fiel a la filosofía de Cristo, vivió ligero de equipaje y sin llaves.  Más de una vez lo fui a despedir al aeropuerto, cuando viajaba invitado por familiares y amigos, y todo lo que llevaba cabía en un pequeño bolso de mano. Después recibía sus postales coloridas que ahora aparecen de los cajones y entre los libros.
       Su figura sosegada, su andar desalineado, la larga barba que lo años volvieron blanca, la bufanda roja con que enfrentaba los inviernos, componían una estampa singularísima que parecía necesitada de amparo. Sin embargo, era él quien prodigaba  ayuda y protección con una valentía y una generosidad  extraordinarias. No fui el único de los amigos que tuvo que discutir  para que aguantara algún mango en el bolsillo cuando se acercaban a pedirle quienes ya lo conocían de la parada del ómnibus.
       Cierta vez, por desavenencias laborales, un alcahuete de la dictadura lo amenazó (un periodista fue testigo de eso) con matarlo “si volvía a pisar Salto”.  En esa época, Rolando Faget había regresado a Montevideo al ser despedido de la radio. Sin ninguna ostentación, en el silencio que lo caracterizó, vino a Salto cuando las circunstancias lo reclamaron y presentó un libro de acuerdo con la invitación que le habían hecho. Al igual que otras veces, recorrió la calle Uruguay con sus mocasines aplanados, las manos entrelazadas a la espalda mirando los edificios que tanto apreciaba. Tiempo después recordó el episodio de la amenaza en el mismo tono con que se cuenta una película que se quiere olvidar.

                                     La  poesía y la muerte

        Nunca trabajó el cincel del verso para construir su estatua, porque sabía que todas las estatuas nacen del miedo y su único miedo fue a lo diabólico, y lo  combatió con la oración y la vida ceñida a la doctrina de Cristo. Creyó que la poesía era como los ríos que parecen varios, de distintos nombre y color, pero son una sola agua asomando aquí y allá siempre dulce, generosa y sin dueños. Por eso abordaba con respeto y entusiasmo los textos de los jóvenes que habitualmente le pedían opinión.
        Escribió poemas magníficos, vibrantes, a los ríos, a las plantas, a los gatos, a las mujeres que amó. Escribió un poema rotundo a Zelmar Michelini, jugándose entero frente a los chacales, llamado “Porque tu sangre aterra”. Este poema es una lámpara encendida, un grito de dolor y rebeldía que seguirá oyéndose en la poesía uruguaya. (“Porque tu sangre aterra/ sigue amando/ bautiza cada aurora/ desnuda a los culpables”)
       Creía que la muerte no era más que una puerta y escribía cartas a los muertos, luego las dejaba al pie de las tumbas o las enviaba por correo a las iglesias. Le escribió a Salvador Allende  (yo dejé su carta  en la tumba del  presidente en el cementerio de Santiago de Chile en diciembre de 1999), a Antonio Machado, al  Padre Pío, a la Virgen del Pilar, al Apóstol Santiago, a Pablo Neruda.
      Quería “desenterrar abuelos”, tal vez porque ya había visto todo lo que se puede ver y todo lo que está por detrás de lo que se ve. Fue despojado más que generoso, “un adolescente de barba blanca”, lo definió alguien muy cercano.  

                                           La ciudad y el parque

      Rolando Faget amaba esta ciudad. Recordaba con detalles la hora en que la luz se volvía dorada sobre río, la penumbra verde del Parque Solari, “un parque melancólico”, donde anduvo buscando las huellas de Jorge Luis Borges. Recordaba zaguanes, rejas, el estallido del sol a la hora del crepúsculo.
      Cuando hablaba con fervor de Salto yo solía jugarle chanzas diciéndole que, a pesar de su afecto por la ciudad, no podía considerarse salteño porque no había nacido aquí.
      Su réplica era siempre la misma risa con algo de picardía, quizá porque sabía que un sábado de noviembre sus diez sobrinos, a quienes tanto amó, su hermano José, quien reside en Barcelona, su hermana Liliana, y algunos amigos vendrían en comitiva a Salto para dejarlo definitivamente aquí, donde dijo haber sido feliz.
      (Montevideo, Miguel Motta)  El próximo sábado 5 de noviembre serán esparcidas en Salto las cenizas del  poeta Rolando Faget Llovet, fallecido en el 2009.  A las dieciocho horas del mismo se celebrará una misa recordatoria en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, a la que asistirán familiares y amigos de Salto y Montevideo.  


ROLANDO FAGET / Hay sol y otros poemas

Escrito por Héctor Rosales

Desde su primer libro, “Poemas del río marrón” (Montevideo, 1971), la obra de Rolando Faget (Montevideo, 1941-2009) está intensamente unida a su ciudad natal y a un espíritu viajero que lo llevaría no sólo a recorrer innumerables pueblos y ciudades de diferentes países, sino a difundir en ellos la producción de la cultura uruguaya de su tiempo.
Creador inquieto, fragmentado, en constante relación con el periodismo, el cine, la radio (de la que fue uno de los mejores locutores uruguayos), la literatura nacional (escribió gran cantidad de notas sobre autores contemporáneos y fue uno de los fundadores de “Ediciones de La Balanza”, el más innovador sello de poesía en la dura década de los setenta), lector incansable de escritores de todas las épocas y estilos, hombre universal y, a la vez, profundamente rioplatense, Faget merece sin duda un reconocimiento que le fue vedado en vida.
En MALABIA presentamos una selección de textos suyos, recordándole al lector que puede encontrar mayores referencias en los siguientes espacios de internet:

- “En el nombre del trigo” / blog dedicado al poeta:

- “Nadie dude el lucero” / Antología Poética (1971-2002), Palabra Virtual, México 2009:

- “Faget o el ángel sumergido” / crónica sobre el autor publicada originalmente en la Revista Espéculo, nº 12, Universidad Complutense de Madrid, julio-octubre 1999:







ROLANDO FAGET / poemas
Son desbordadas noches
caminares bajo la luna afuera
el mundo activo oleaje en la cabeza
marejada de ruidos y de impulso
agudo grito astucia de esas noches.
Noches que son alcohol y que son vasos
desasosiego andante compulsivo
reprochables virajes de arraigo y desarraigo.
Es quedarse desnudo mirándose a uno mismo,
es nada sucediendo y todo adentro.
Horas que no son nada, noches como de ausencia repentina
buscando el permanente, frágil renacimiento.
De Poemas del río marrón (1971)
O una calle imposible de plátanos coherentes
una ciudad poblada de vasos con pitanga
presentidos tranvías corriendo suburbanos entre radios, malvones
cerca de costa y fábricas.
Reinventar la ciudad, casa recuperada
rabia, acento, reservas
la amplitud de los trigos
ilusión de concretas estaciones futuras.
Patria nueva encontrarla
deshacerse, combate, noches de hoguera y agua
sol repartido urgente, casa recuperada.
De Poemas del río marrón (1971)

REITERACIÓN

Que algo me va quedando es evidente
de este claro pedazo de papel
de esta melancolía fantástica
de encontrar este claro papel de hace unos meses.
El papel dice agosto y estamos a febrero
el papel dice números y recuerda una fecha.
Si hay algo indestructible
cuánto ocaso
si hay algo incandescente
cuánta lluvia de adentro
vieja triste certeza.
Qué desolado amor desde estos meses
qué honda reiteración a sal y canto.
De Un sol otras mañanas (1975)
NO SE FUE
Sí. Recuerdo tus verdes
tus mañanas.
No. La luz no se fue
se ha transformado.
De No hay luz sin consecuencias (1977)
VELAMOS Y VENIMOS
El sol ya no es el mismo
pues se acerca el otoño
hoy lunes el otoño
con su fuerza, los nidos
ignorados del campo tan lejano.
Hay rumor de mar seco
hay patriarcas dormidos
sangre de tanto hermano
tanta voz en el viento.
No engañarse. Velamos.
Como viene el otoño
–no engañarse– venimos.
De La casa está habitada (1978)
PASAJERA
La nube del camino
el viento
el humo
la pasajera piedra en el ocaso.
HAY SOL
La piedra en el camino
reflexiona
hay sol
espera
nuestra segunda vez.
De En el nombre del trigo (1981)
CINCO
no inventar
sustantivos abstractos
calificar lo mínimo
hablar claro
cantar muy limpio
y limpiamente
semiotizar las cosas
que queremos decir
que no queremos
y debemos
podemos
De Conocer luego (1987)






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