La Radio del Gato

martes, 19 de julio de 2011

José Cúneo (1887 - 1977)

La vida de José Cúneo está totalmente dentro de su obra.
El pintor nace en 1887; dibuja en el Círculo de Bellas Artes con Carlos Ma. de Herrera y comienza cursos de escultura con Felipe Menini. Parte muy joven a Turín donde ingresa al taller de Leonardo Bistolfi y dibuja con Antón Mucchi que le decide a la pintura. En Turín Cúneo define algo más la obra de Fontanesi en una gran sala que el Museo Cívico le dedicó al autor de "Las nubes" le indica el tema de los cielos. Viajando a Venecia recoge el exaltado color de sus pintores.
En París en 1909, su admiración prende en una exposición de pasteles y acuarelas. Lo que selecciona como válido son apoyos inteligentes para sus virtudes; esas influencias le despiertan y afirman condiciones que desarrollar . Reconózcase al artista desde muy joven una exacta comprensión de sus propios valores. A su vuelta a Montevideo traer una serie de "jardines" y "lagos italianos", que muestran una composición de formas en planos grandes, muy decoradas y de exaltado color.


En 1911 se trasladar a París, estudiando en la Academia Vity con el colorista Anglada Camarasa y Van Dongen, relator del sol en un viaje a Marruecos, volviendo a pintar jardines. En 1914 inicia sus paisajes uruguayos en el Departamento de Treinta y Tres.
En 1917, otro viaje. Es corto pero influyente en la obra de Cúneo y, por consecuencia, en los otros pintores uruguayos que reciben a Cúneo a su regreso, ávidos de nuevos mensajes. La atracción de ese momento para Cúneo ha sido Gauguin que en Tahití pintó una obra que podía ser rectora para lo nuestro: era una cultura europea en un paisaje tan virgen como el uruguayo. Del francés y sus seguidores toma la pintura a largos planos de color separados para no ensuciarlos, llegando a veces en el desarrollo de ese estilo a dejar entre los planos vecinos el vacío de la tela sin cubrir.


Otro de los viajes influyentes en Cúneo, para mayor desarrollo de su propia obra, aunque no de tanta extensión para su medio, fue el que realizara en 1927. Las deformaciones expresionistas de Chaim Soutine, expresándose en una perspectiva emocional, agrandando o achicando los objetos o moviéndolos según el grado de sugestión que de ellos recibe el artista, se adentra como concepción selectiva favorable para el temperamento romántico de Cúneo.
En Francia pinta una serie de paisajes de Cagnes con la que abre una exposición en París en la Galería Zak. Tenía la exposición de los paisajes de Cagnes el valor de la serie.
La obra de Cúneo está integrada por un conjunto de series. Importa esto una manera de trabajar. No ejerce este artista una postura muy de su generación, de los post-impresionistas, de los impresionables, de aquellos que atentos al advenimiento de la gracia pictórica registran la más variada y eventual temática. El artista inicia el tema elegido con el desconcierto de quien quiere que la originalidad sea su principal objetivo y la metáfora plástica poderosa; un estilo que se pule en la reiteración, una concentración en el motivo muchas veces repetido y una exacerbación donde crece, se enriquece y luego desborda su formidable fantasía. En síntesis el nacimiento y la decadencia de su serie. Así fueron series "Los jardines y lagos italianos de Albano y Nemi", los "Paisajes de Treinta y Tres", los de las "Islas" de árboles en los llanos potreros; los retratos experimentales de amigos, en su mayoría poetas y escritores, como "Telémaco Morales", "Sra. de Dieste", "Nicolás Fusco Sanssone", etc.
Desde la época de Cagnes y durante largo espacio de su obra, Cúneo se aparta en la creación de su ritmos de la certeza de verticales y horizontales, componiendo sólo la base de diagonales más aptas para traducir un mundo de inquietudes y temores.
Cúneo ha usado desde entonces para sus futuras series de "Ranchos" y "Lunas",las diagonales, con voluntad y rigor de lucha contra el equilibrio estético.

Vuelto de aquel viaje a Europa, el pintor pasa un alarga temporada en la campaña de Florida realizando una serie de cuadros sobre temas de los rancheríos, los ranchos de terrón y paja brava, la miserable vivienda del paisano criollo que emerge del terreno como un accidente de la misma tierra. Pintor ya experimentado en disímiles tendencias, fuera de su deliberada eliminación de las verticales y horizontales, no se ajustar desde esa serie de los ranchos a un apriorístico estilo. No es desde esa serie simplemente el artista especulativo que faceta o esquematiza la figura, que recorta colores, que delinea los volúmenes o ensaya otra posturas plásticas; desde ese momento el artista pinta libremente, sólo guiado por su máxima expresividad, es también a partir de esa época de Cagnes que su paleta es más baja - más azules y más verdes- pero siempre en la vibración característica de su color. En esta serie deranchos, los cielos se mueven cada vez más, no ya en caprichosos movimientos sino como agitadas fuerzas cósmicas. Consecuencia lógica de estas preocupaciones por el misterio de los cielos, es la aparición de la luna en sus temas; al admirador de Fontanesi siempre le interesó la majestad de los cielos. Cúneo dará la luna enorme agrandada, acercada a la tierra por una perspectiva emocional que empequeñece al hombre y su residencia. En verdaderos paisaje planetarios, plantea francamente el problema de los infinitos y abre en los cielos inconmensurables y en los abismos del borde del planeta, la angustia del más allá .
El tomó las luna poética de Julio Herrera y Reissig, cuyos versos prologan la primera exposición de esa serie, y a esta literaria luna la ha llevado a la plástica, extrayendo de ella tonos cobrizos y blancos rodeados de azules y verdes intensos, a veces estupendamente profundos. El expresionismo y el superrealismo europeos, testigos intelectuales y actuantes en las guerras universales, multiplicaron los temas de la destrucción y de la violencia que descarga sus fantasmas, sensibles y resonantes de aquellas luchas; Cúneo por su parte se refugió en la luna poética, la blanca luna americana incontaminada de guerras impuras, la luna que envuelve con su luz callada y acariciante - como gestos silenciosos de las estatuas funerarias del maestro Leonardo Bistolfi - a la misma muerte, "Luna de la Carroña".


Luego de los ranchos y las lunas, Cúneo adopta el procedimiento de la acuarela para pintar un extenso conjunto de paisajes uruguayos, de escenas pastoriles y cerriles. Es el paisaje de Cúneo en sus acuarelas, la naturaleza con aisladas notas de vida y señales de trabajo del hombre absorbidas por la misma grandeza del escenario. Son en unas los animales son manchas aisladas de animación del campo y en otras el aniquilamiento de la muerte en ese unirse de los seres de la tierra: carroñas y osamentas. Cúneo, partiendo de sencillos motivos localistas, da una admirable idea de la majestad inconmovible de la naturaleza. Toda su experiencia de pintor y de analista del paisaje local, se va a concentrar en esos dibujos acuarelados, anotaciones rápidas de una espontaneidad y frescura maravillosas; instantaneidad que supone una mano muy ejercitada y una meditación prolongada. Tiro de gracia de una larga espera selectiva para lograr el secreto más íntimo de animación de estos paisajes uruguayos. Este artista tan excitado por lo subjetivo y la originalidad conserva sin embargo, un vigor intacto para la objetividad sin duende.
Ahí está su serie de "Paisajes de Punta del Este" que lo comprueban. Ha plantado su caballete en el famoso balneario, en una objetividad feliz como un turista más, pero igual a sí mismo, en la agilidad romántica de la estructura de los paisajes y en la señalización dinámica de los ritmos (1949).
Pintor de sucesivos tiempos y de diferentes circunstancias, sensible a los reclamos de cada hora, habiendo cumplido en grado sobresaliente el período histórico de las artes nacionales por comunicar una visión de conocimiento de la imagen de su país, donde enseñó autenticidad, se aparta desde 1955 - serie de paisajes italianos del Lago de Iseo - de la representación. Fue dura su terquedad en las pesquisas por obtener un lenguaje dentro de la abstracción. No reniega su pintura anterior, la respeta, pero los nuevos cuadros que firma con el apellido materno Perinetti investigan una nueva vida para su pintura posterior. Lo que le preocupa entonces es el enrolamiento juramentado y cumplido en las especulaciones plásticas de las que en su juventud se había apartado o curioseado muy periféricamente como los afacetados del cubismo y la multiplicación de aristas en la construcción de volúmenes que los ha de aplicar en lo que sintió como una impostergable función cultural necesaria a su medio que hemos referido y que la perspectiva histórica le ha de reconocer sin fronteras...



Extraído de: http://www.rau.edu.uy/uruguay/cultura/cuneo.htm

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