La Radio del Gato

martes, 4 de agosto de 2009

HISTORIA DEL COMERCIO EN LOS ALBORES DEL SIGLO XX

“PALACIO EL AGUILA”


El Sr.Adip Abraham con el espíritu viajero de los fenicios y nomadismo de los árabes llegó a Paysandú a fines de siglo XIX.
A pie o en carro, visitando pueblos por caminos de la campaña, recorriendo estancias o mismo por calles de la ciudad, era común encontrarse estos vendedores ambulantes, el llamado mercachifle, al que todos reconocían popularmente por “turco”.
“Vendo beine”, “Beinilla” y “peineta… vendo bueno y barato”, en una confusión de b en lugar de p, mezcla de árabe, francés y español, que identifica al comerciante libanés.
Solían vender toda suerte de productos, desde telas, perfumes de oriente, puntillas españolas para los ajuares matrimoniales, hasta jabones con perfume. Anteojos con aumento de acuerdo a su propia receta, el comprador debía probar cual le servía, enhebrando una aguja.
Y así, vendiendo y ahorrando, lograron tener su propio comercio establecido en un lugar, éste es el caso de nuestro recordado Señor Abraham.
Inició sus actividades comerciales como vendedor ambulante con cajón y carro, en el año 1899, después de haber recorrido largos caminos por los departamentos de Río Negro y Paysandú hasta el año 1903, fecha en que se estableció en nuestra ciudad con su propio comercio, siendo éste el de mayor amplitud comercial y edilicia en los albores del siglo XX.



Erige su maravillosa obra en la esquina de calle 8 de octubre (hoy Gómez) y Queguay (hoy llamada Dr. De Herrera), derribando viejos muros en un espacio de 800 metros cuadrados, donde se abrió un enorme foso para fijar los cimientos del Palacio El Águila, que el Sr. Adip Abraham comenzaba a levantar para centro de su comercio.
Rápidamente el edificio fue tomando forma hasta que su propietario pudo ocupar el subsuelo y el primer piso, donde por cuatro años desplegó sus actividades comerciales, hasta llegar a hacer de su casa una de las de mayor movimiento comercial, pues, tanto el lujo de sus instalaciones, como lo heterogéneo de su artículos sonaba a las de las grandes capitales.
Lamentablemente el Sr. Adip Abraham confió en lo pasajero de la crisis que sufría por aquel tiempo el comercio internacional, hasta que, afectado por ella, vio “rotas las alas del águila”, como solía decir él y dio a su edificio otro destino para salvar, aunque más no sea, su delicada situación económica.
Se dice que el Estado adquirió el Palacio El Águila para sede de oficinas públicas.
Llegó su importante casa a girar un capital de 300 mil pesos, suma que excedía al dinero que disponía y que había ganado con trabajo honrado.
Éste déficit determinó la caída del Sr. Abraham, el cual supo lamentar no haber sabido controlar sus anhelos de un gran comercio.

Jandra Pagani
Revista Hipoética (Junio 2009)

Bibliografía Utilizada: “Álbum de El Diario 1933”
La Industria y el Comercio en Paysandú, recuerdos del pasado.

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