Hombre que supo tener problemas con los animales emplumados Cataplasmo Pirueto. Tuvo un pollo salido de huevo ecológico, que tenía facha de ser sanito y varonil (el pollo), y al hombre le gustó pa prepararlo pa pelea, cosa de presentarlo en el reñidero de la zona donde solía tallar el que tiempo después sería conocido como el "pobre gallo bataraz", el que murió enclenque y viejo.
El pollito ecológico resultó ser pacifista, incapaz de andar a los picotones y dado al dialogo negociador. Pollo de origen tan particular (el huevo lo había puesto una gallina madre un viernes con tormenta y de gallo desconocido), aprendió el uso de la palabra con el loro Perico Plumas Verdes, por mal nombre Pico Bravo, muy conversador él, y entablaron relación de amigotes. Animalitos de recogerse a dormir temprano, poco después de la medianoche ya estaban despabilados y salían en yunta, de garufa, y se esmeraban en alguna que otra payada. Perico siempre la empezaba con el mesmo versito: "Aquí me pongo a cantar, y no se abusen del loro, pues si me quieren torear, verán que también soy toro".
El pollo, sabedor de que las madrugadas son bravas y que si uno arruga se lo llevan por delante, guapeaba pa impresionar con sus versos: "Aquí se pone a cantar, este gallito de riña, y al que quiera interrumpir, lo via bajar de una piña".
El tiempo pasó como suele pasar el tiempo, y una mañana, de regreso de una garufa, van y se topan con la paloma Lulú, recién amanecida ella. Había que verla, con el plumaje tornasolado y recién peinada, coquetona, pasito corto, de pechuguita levantada y con aquellos ojitos que le brillaban, como una picardía.
Ahí el ecológico se le arrimó pa decirle algún piropo, ya ganoso de arrastrarle el ala, pero ella se mandó una carrerita a manera de vuelo corto, espantada, pero el gallito ("tenorio del suburbio que se ha engrupido, que por el las palomas viven chaladas"), insistió en sus pretensiones y le dijo no se sabe qué. Fue cuando intervino el loro Perico, celoso porque esa prenda la tenía en la mira desde hacía un tiempo atrás, y se acabaron las amistades y fue y le pegó una patada al gallito ecológico, que lo estampó contra un ombú. Dicen que después, a eso de la media tarde, a Perico Plumas Verdes lo vieron con cara de recién levantado, parado en la puerta del palomar. De adentro, la Lulú, lo arrullaba.
Juceca (Julio César Castro)
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