La Radio del Gato

jueves, 13 de agosto de 2009

“CARTA TARDÍA A JUAN CARLOS ONETTI”

Publicado por Mario Sarabí para SARABÍ… COSMOAGONIA DEL ARTE

Carta tardía a Juan Carlos Onetti (incompleta)
Querido Juan Carlos (disculpame el “querido”, sé que tal vez no hubieses sentido por mi, más que un desprecio apagado sin una minúscula llama de rabia), antes que nada quiero pedirte disculpas, porque sé que sos hombre y de a caballo, me consta, y yo no soy menos, un indio, supe comer carne cruda y arrear vacunos en pelo, más que pedirte disculpas quiero hacerte esta confidencia: me acosté muchas veces, en el derecho y el revés de las sábanas de Idea, recorrí como un piojo, imperceptible parasito, el dibujo conciso de sus piernas florales, pero no te apresures en putedas, ni en celos injustos, no gimió ningún orgasmo, ni nos era posible fingir a tanta distancia. Estuve en Santa María, te sobrevivieron todos, para tu gusto y desgracia. Bob es un mendigo, un juntacadáveres que se caga sin asco en sus pantalones a raya y muy de vez en cuando se gasta medio sueldo en algún cuarto de puta, de esos obstruidos por catres mal encuadrados y viejos diarios ilegibles donde debieran haber vidrios, sé que amabas su ruindad, más que lo que ningún hombre amo a mujer alguna, pero te ha sacado ventaja, todavía balbucea blasfemias que rotula con tu nombre, como si hablara de una peste. La ciudad esta sucia, huele a semen el aire, a libro viejo, a abandono. Vi a un hombre alto, macizo como un fiambre, al cual no recordaba, ¿acaso era aquel que se acostó con la hija? ¿El de las cartas cerradas? ¿Un paciente olvidado en los historiales del Doctor Gunz? Vi un cementerio todo vacío de tumbas, un cura marchitándose la frente, en cientos de exorcismos en busca de otra chica que le narre una historia, semejante a aquella donde la poseída, era poseída por su mismísimo hermano, vi a tres jóvenes, drogados y harapientos, que pagaron como tantos, con seis años de cárcel, el asesinato aborrecible de una vieja y varios gatos, vi a una mujer siempre vestida de novia y vi a un Brausen cacofónico y a un Larsen eufemista, cambiando, sin espontaneidad, comentarios irónicos sobre la trascendencia .
Fui en uño jocoso de mediados del 2009, al que han bautizado con tu nombre pagano, como si se tratase de una calcomanía, que se pega en el termo según las circunstancias, te hicieron, en Santa María, más homenajes en un año de lo que lectores has cosechado en estos volátiles cien, quizá sea una hipérbole, apresurada, imprudente, pero no vamos a negarnos que a la mayoría le caías mal, a pocos le gustaba un tipo barbudo, fumando, con su musculosa anacrónica en un cuarto de Madrid, o para ser más precisos en una cama aplastada y escapista sepultada en Madrid, tampoco les gustó aquella artística fotografía del joven Julio Herrera y Reissig inyectándose morfina, tampoco les caías bien con tu corbata casual, respondiendo a las preguntas con filosa lucidez, digamos que fuiste como un snob ininteligible que todos vociferan y nadie profundiza. Les resultó más ameno, otro hombre buenísimo, que por cierto fue tu amigo, de apellido extranjero que hablaba alemán, cuyos personajes, a pesar de inconformes, tenían un capital que los dotaba de cierto confort, tres posillos multicolores en el cuartucho de Eladio Linacero hubiesen sido un lujo, poco creíble e innecesario.
Pero no todo es tan bueno, o tan malo según sea desde las cenizas tu retorcida perspectiva, vos y yo sabemos que a esa ciudad extraña todo le llega tarde, las crisis, las noticias, las pandemias, el niño, así también le llega tarde la victoria, quizá en otros cien años, cuando ya hayas dejado de despreciar mi arrogancia, debido a que estaré muerto, posiblemente olvidado, o (¿por qué no?) cuando hayan bautizado infamemente con mi nombre los calendario antiestéticos del año 2109, los habitantes difusos de esa ciudad canónica, de esa ciudad prolíficamente malvada donde cupo hasta un río, menos la inocencia, dejen de lado tanta propaganda y efectivamente consuman tu obra, como se consume una sopa rancia, que los paladares finos reconocerán agria y gocen de esa irónica y dulce maravilla.
Admirado maestro extiendo mis respetos, y abrazo en este abrazo de eterna despedida, al pibe Duccase, según vos lo nombrabas, a la mujer que compartimos pero solo vos tocaste, y a vos, todo un manojo de huesos, infelices, proletarios, cuatro fantasmas de hielo amargo, malogrando el whisky de canjeables aristocráticos, que engordan de falsas alegrías a sus crías, a costa de innombrables pobrezas taiwanesas mientras siguen leyendo (si es que leen) libracos de tapa dura, para poder jactarse ante los amigos, rememorando dos líneas, seguido por el apellido de un autor millonario que nunca pronuncian bien.
Tuyo en todos los años de la vida breve

MARIO SARABÍ 11 Agosto 2009

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