La Radio del Gato

miércoles, 1 de junio de 2011

Poemas -- Macedonio Fernández (1874-1952)

Hay Un Morir

No me lleves a sombras de la muerte
Adonde se hará sombra mi vida,
Donde sólo se vive el haber sido.
No quiero el vivir del recuerdo.
Dame otros días como éstos de la vida.
Oh no tan pronto hagas
De mí un ausente
Y el ausente de mí.
¡Que no te lleves mi Hoy!
Quisiera estarme todavía en mí.
Hay un morir si de unos ojos
Se voltea la mirada de amor
Y queda sólo el mirar del vivir.
Es el mirar de sombras de la Muerte.
No es Muerte la libadora de mejillas,
Esto es Muerte. Olvido en ojos mirantes.
AMOR SE FUE

Amor se fue; mientras duró 
de todo hizo placer. 
Cuando se fue 
nada dejó que no doliera.


CREÍA YO

No a todo alcanza Amor, pues que no puedo 
romper el gajo con que Muerte toca. 
Mas poco Muerte puede 
si en corazón de Amor su miedo muere. 
Mas poco Muerte puede, pues no puede 
entrar su miedo en pecho donde Amor. 
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.




LAYDA

Adelaida - Beethoven — 1800 
Poema a mente confusa de: Layda-yo — 1930 

— Llamad, llamad ¿buscáis las palabras en Layda? 
— Es que no sabemos las palabras por Layda, 
las palabras que devuelven Layda. 
— Llamad; ¡pero llamad! 

La muerte nunca quiso ser creída. 
Y se mostró en Layda para elocuencia de su afán de no ser creída. 
Quien conoció a Layda y su boca siempre con palabras porque siempre Layda 
tenía que decir a otro "Gusto de que tú vivas" —y esto era 
lo que en todo lo que dijera se decía— no creerá más un morir de ella ni uno propio. 

¿Hay en lo Real una muerte de Layda? 
Lo que es del modo del vivir-sentir, nunca pudo salir de su modo. 
Lo muerto lo fue siempre y será, nunca pudo salir de su modo. 
¿Pudo ignorarse que había Adelayda? 
¿Pudo saberse un día: Layda ha muerto? 
Hubo que creerlo ahora: Layda tenía muerte. 
Oh, no: la hora es de no creer muerte en Layda. 
Es que Layda era una en que Muerte puede hacerse comprender, 
es decir hacerse por fin increer. 
Mortales son sólo los que no tienen el latido de increer la muerte en Layda. 
Sí, viniste para que ya la muerte no fuera creída. 

Es mucho silencio; es el mayor silencio que se ha Dado. 
Oh ¡Te has callado mucho, Layda! 
Oh Muro, oh Silencio. ¡Tú en la Ribera sin otra, sin Eco de ribera! 
Donde del paso último sólo la forma de un pie se lee. 
Oh Layda nombrada en el eco de "lágrimas" 
Layda Lovgan. Ah. 

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