Horacio Merlo Paysandú www.horanoticias.com
El 2011 marcará una Bienal de Teatro atípica en Paysandú.
Lamentable, ”La capital del teatro del Interior” no tiene salas alternativas teatrales con capacidad para más de 250 espectadores.(Sin ponernos demasiados pretensiosos).
Este año la Bienal cuenta con la organización directa de la Asociación de Teatros del Interior y el apoyo logístico del grupo Los Winnis y, ante la emergencia edilicia del Florencio, se maneja la posibilidad de utilizar las instalaciones de la sala principal del Cine Shoping.
Muy buena capacidad pero,un escenario poco funcional para teatro, implicaría trasladar luces y consola desde el teatro Florencio Sánchez o de lo contrario alquilarlas.
Desde el punto de vista económico no sería rentable para ATI, su alquiler superaría los cincuenta mil pesos, además de no resultar práctico para el montaje y desmontaje de las obras.
Es verdad que con ingenio, disposición y creatividad todo se podría lograr, además de lo económico.
Al momento la sala de Imaginateatro es la única en condiciones edilicias y técnicas(cuenta con calefacción y refrigeración), pero su capacidad es muy limitada 70 espectadores comodamente sentados, dependiendo de la puestas que pueden reducir su capacidad.
Teatro ARAS cuenta con la primera sala del interior del país construida como espacio teatral independiente a finales de los 50. El Carlos Brussa podría albergar 200 espectadores, pero, no en sus condiciones actuales.
Sin embargo la Sala Carlos Brussa, haciendo honor a la historia del propio teatro independiente del interior, fue testigo de las primeras chispas que encendieron el fuego de los Encuentros transformados en Bienales después y también del nacimiento de la propia Asociación de teatros del Interior.
Ante las circunstancias dadas ATI debe recurrir a su memoria emotiva y lo mismo deben hacer quienes quieren lo mejor para el teatro independiente del Interior del país.
Con poco menos de lo que se gastaría en alquilar la sala del cine Shoping o con el mismo dinero se podría invertir para recuperar un espacio que dotaría a la misma Bienal de una sala teatral alternativa independiente.
Qué es lo mejor?
¿Pagar un dinero de todos para transformar un espacio privado que cuenta con capacidad locativa pero no escenario teatral?
¿Invertir para que haya un espacio teatral independiente generado por los mismos teatristas?
O, ¿adaptarse a “las circunstancias dadas” para beneficio del teatro independiente?
Solo se necesita voluntad porque si hablamos de ingenio y creatividad, a los teatristas les sobra. ¿Verdad?
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