Te veo. No lo presiento. Tus ojos
me maldicen. Vulneran mi existencia. Arrogante. Caminarás sobre mis huesos.
Serás ungido por las desgracias de esta hija malparida. Con la sangre de mi
veneno calmarás tu sed. Te reivindicaré. Arrastrarás tu miseria por el mundo.
Me buscarás en el sudor de todos los cuerpos. Redimirás. Ya no tendrás paz. Triste,
hallarás el epitafio de una tumba vacía.
Jan Kaa
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