Esteban Valenti
02.01.2012
El
sistema capitalista o la eufemísticamente llamada “economía de mercado” vive
hoy una tormenta perfecta en la que se suman varios cataclismos: un huracán
financiero de los grandes bancos, un maremoto de las deudas públicas de los
países europeos, un terremoto económico y social y por último un tsunami de
desconfianza global.
Pero el sistema capitalista
viaja en una nave que considera imposible que se hunda, la nave perfecta,
inmune a todo tipo de cataclismos y sobre todo a cualquier alternativa porque ha
descubierto la capacidad de transformar las tormentas en alimento y en sustento
ideológico y material.
No lo mata, lo transforma, lo fortalece, lo adapta a todos los vientos. Ese es
su lema. Es más lo depura, concentra la riqueza y amplía la brecha entre los
más pobres que crecen en número y en desgracias y los más ricos, que crecen en
miles de millones acumulados. Esta no es una afirmación interesada, surge de
todos los datos, incluso los más interesados por ejemplo de la revista Fortune.
Veamos:
El corazón del sistema es el sistema financiero mundial sin el cual el
capitalismo no funciona. Los “mercados”, es decir las bolsas funcionan porque
existe el sistema bancario y financiero mundial, compuesto por el ahorro
privado, fondos de inversión privados pero con recursos sociales, y grandes
recursos públicos que deberían utilizarse en beneficio o para la colectividad
que los aporta. Pero las cosas funciona de manera algo diferente.
El sistema bancario si no recibe los ahorross y la acumulación de la riqueza de
todos los que pueden hacerlo, los muy pequeños, los medianos, los grandes y los
estatales, nada sería posible. Los bancos privados son el núcleo duro de ese
sistema. Ellos administran, invierten, prestan los dineros de sus clientes. Y
han demostrado que lo hacen con mucha desenvoltura y alegría, hasta ponerlos en
serio riesgo.
Esta semana el Banco Central Europeo puso a disposición de los bancos- en medio
de una enésima tormenta – la módica cifra de 489 mil millones de euros.
Comparemos, el último ajuste de Italia fue por 31 mil millones de euros y el de
España de 16.500 millones de euros. Estas dos cifras insignificantes comparadas
con la colosal asistencia a los bancos.
Es que el corazón del sistema se ha blindado, encontró la forma para navegar en
la tormenta perfecta pasándole las cuentas a los Estados nacionales o
supranacionales (Unión Europea) ¿Por qué? Muy simple, porque si ellos se funden
se cae toda la estantería, se hunde la nave, por ello se sienten a salvo.
Blindados.
En el reino del mercado, de la demanda y la oferta perfecta, ellos, los bancos
no están sujetos a ese juego perverso donde se pierde y se gana, no, ellos
siempre pueden ir a golpear a la puerta del Estado y reclamar que los salven.
Bancos y banqueros.
Algunos como Lehman Brtothers y otros quedan por el camino luego de haber
enriquecido a banqueros y ejecutivos de asalto, pero el sistema sigue en pie y
navegando, eso si con el viento indispensable de los recursos públicos.
Ese corazón financiero acorazado es, además el que absorbe los déficit
financieros de los Estados, comprando bonos de deuda soberana y por lo tanto
participando de la gigantesca ruleta financiera global. En esas compras de
activos “venenosos” no comprometen los recursos de los dueños de los bancos,
no, ellos se guían por aquel dicho portugués de que “sólo los burros trabajan
con el dinero propio”. Ellos invierten de los fondos de pensiones, de
ahorristas, de depositantes, de todo lo que le caiga a mano porque saben que
llegado el momento vendrán a salvarlos.
Y los salvadores son varios, por ejemplo tienen el gigantesco salvavidas de las
calificadoras de riesgo. Si esas beneméritas empresas, supuestas guardianas de
la transparencia y que se comieron sapos y dragones del tamaño de Enron, o
Lemhan Brothers o Parmalat, y en Uruguay los bancos de los Peirano y de los
Rohn, utilizaran el mismo criterio que emplearon con nuestros países en la
crisis del 2001-2002 o en otras
oportunidades, los mismos idénticos parámetros, la Unión Europea en su conjunto
ya debería haberse caído del triple “A” hace varios meses. Países y bancos.
Pero tienen piedad con sus principales clientes y los mantienen en la categoría
de “grado inversor” aunque todos los porcentajes le dan horrible: déficit
fiscal, crecimiento de la economía, ratio del endeudamiento sobre el PBI,
porcentaje de activos venenosos en sus carteras bancarias etc etc. Ellos son
triple A y nosotros que hemos mejorado en todo sentido, al punto que los
mercados nos compran 2.000 millones de dólares en pesos uruguayos ajustables,
hace solo tres semanas, nosotros esperamos de su gracia y misericordia. El
sistema está perfectamente organizado como una banda.
Hay que reconocerles imaginación para el blindaje total, también en el plano
ideológico. Ellos han logrado instalar en la prensa, en la imagen que proyectan
al mundo, la idea de que una fuerza sobrenatural e incontrolable los azota y
que el sistema no tiene ninguna responsabilidad.
Los millones de millones gastados en las múltiples guerras no tienen nada que
ver con el enorme déficit de los Estados Unidos y varios países de Europa. Como
el caso de Grecia un pequeño país con un presupuesto militar monstruoso desde
hace década debido a las tensiones con otro país de la OTAN, Turquía.
Todos los planes de ajuste, las llamadas maniobras financieras parecen cortadas
todas por la misma tijera: reducir todas las conquistas sociales, jubilaciones,
salarios, derechos, salud, servicios públicos y ni un céntimo de ajuste a los
ricos, a los bancos, a los responsables directos de la crisis.
Y allí viene la otra gran operación ideológica, la respuesta sagrada: es que la
economía es para ellos una ciencia exacta que solo ellos pueden manejar y
manipular con la tecnología adecuada. Los infieles debemos someternos.
Si este es el destino último de la humanidad, la verdad es que más de 5.000
años de historia nos trajeron a un puerto deplorable y blindado y enemigo de
las más elementales sensibilidades. Al sistema “perfecto” y final.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias
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