La Radio del Gato

sábado, 18 de septiembre de 2010

DECÁLOGO DEL VERDADERO ARTISTA




1.       un verdadero artista es dueño absoluto de un buen caudal de traumas múltiples, admirador de una lista -muchas veces reducida- de otros artistas, generalmente muertos, en quienes confiará más que en cualquier dios, a quienes amará más que a su padre, y por culpa de quienes pulirá su obra hasta la perfección, ó, la destrucción, según sean los avatares de su inspiración. Un artista cree en la inspiración.

2.       un artista –omitiendo el término verdadero, ya que el falso artista no existe- solamente logrará sortear sus recurrentes naufragios a través del arte, todos los demás subterfugios escapistas serán efímeros, o directamente ineficaces.

3.       un artista es un ladrón de belleza, un mirón, un preguntón, un indiscreto, su oreja es una fosa succionadora de la vida ajena. En su mente archivará toda esta información constante, su conciencia no es normal. La conciencia del artista se comporta como un autómata parlanchín capaz de realizar conjeturas sobre las conjeturas, y así ad infinitum.

4.       retomando el término, diremos que un artista verdadero, no vive una vida verdadera, en lo conocido como mundo verdadero.

5.       un artista no puede parar de crear -un día sin arte en la vida del artista resulta inconcebible-, ya sea dejando una evidencia de su creación, o que su obra, etérea y fluctuante, prolifere apareciendo y desapareciendo en el universo laberíntico de su clarividencia, el artista obra cada día.

6.       los ojos y los oídos del artista son dos llaves de un mismo infierno, aunque una de las dichas del artista sea conocer el plano general de todas las delicias, de todas las bellezas, de todos los jardines del universo conocido, su hogar será siempre el infierno, del cual pretenderá escapar toda su vida.

7.       un artista le teme a la muerte, le teme al dolor, le teme al olvido, y quién sabe a cuantas cosas absurdas, pero nunca, nunca le teme a dios, en ocasiones lo respetará, por muchas razones llegará a admirarlo, por otras a despreciarlo, pero siempre, siempre asumirá el reto personal de superarlo, al menos emparejarlo.

8.       un artista cree en su obra por sobre todas las cosas, y por su fe en ella daría la vida, como el dios de los cristianos dio la suya por su fe en su padre, supuestamente omnipotente, evidentemente invisible.

9.       un artista genuino sabe que ni todo el conocimiento del mundo es capaz de parir un genio, la genialidad es hija de las improbabilidades, no obstante reconoce que el conocimiento, si bien no despertará un genio, al menos le dará las armas para reconocer la genialidad, o el producto de una genialidad, y, en el peor de los casos, el conocimiento en el artista podrá germinar obras importantes. No todos los artistas de la historia son genios, la mayoría simplemente ha rozado la breve cola de la perfección. Sólo los genios tendrán el júbilo de besarla –inescrupulosamente- en la boca.

10.   un artista que se diga verdadero sin serlo, considerará este decálogo impreciso, contradictorio, ambivalente, inútil, por momentos ininteligible. Un artista lo considerará estúpido, erróneo en cada párrafo, estilísticamente magro, en todo caso insuficiente, siempre superable, en el fondo, muy en el fondo, verdadero.

Mario Sarabí

1 comentario:

aldo difilippo dijo...

Fundamentalmente un verdadero artista desconfiarà de la inspiración. No creerá en ella, porque esa es la excusa y el pretexto de los tontos. Sabe de sobra que en el verdadero arte hay 99% de transpiración y 1% de inspiración.

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