¡Qué dolor debe dar
ser siempre Ford!
Ser Ford...
Y no ser un alado Packard,
un soberbio Lincoln,
un trompudo Renault,
o un ancho Cadillac.
Ser Ford,
ser siempre hojalata.
Y que todos digan:
-ahí va un Ford. Como quien dice:
-Ahí va un cualquiera.
¡Y saber en lo íntimo
de las bujías y del carburador,
que se es automóvil como los otros autos,
y, a lo mejor, mejor!...
De El hombre que se comió un autobús, 1927
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