La Radio del Gato

viernes, 27 de mayo de 2011

¡EPA! ¡CIUDADANO NO ES IGUAL A FELIGRÉS!

Publicado en Revista Hipoética de Marzo 2011 pág. 3-4
DESDE  BUENOS  AIRES 

        No es legítimo, ni válido, objetar a nadie por sus convicciones religiosas. Tampoco es válido, ni legítimo que los religiosos extiendan sus criterios a la ciudadanía. Y mucho menos, muchísimo menos; a la democracia.
        La presión de los católicos (y algunos otros religiosos), que existe hoy en la Argentina contra los proyectos de ley de Educación Sexual, Reproducción Saludable y Despenalización del Aborto; son ejemplo de esa contaminación, que se quiere imponer a través de descalificaciones, insultos y autoritarismos inaceptables para cualquier ser humano.
        La Iglesia católica transmite -y especialmente para América Latina- su abominable soberbia. ¿Acaso creen que todos los ciudadanos son miembros de su feligresía? No, señores, los ciudadanos no son sus feligreses. ¿Por qué los religiosos quieren que los demás crean lo que ellos creen? Quienes abrazan una religión, hacen bien en cumplir con sus cánones, preceptos u órdenes. Pero ¿qué tenemos que ver, quienes no profesamos ninguna religión? 
        Y ojo, no quiero dedicar ni una sola palabra para demoler las pruebas tradicionales de la existencia de Dios, que no han mejorado desde Tomás de Aquino. Además sería -a esta altura del siglo XXI- casi conmovedor de puro antiguo. Además se da por descontado que es a la vez tonto, por imposible; aportar razones científicas para lograr librar a los ilusos de convicciones que ninguno de ellos ha adquirido por vías racionales.
        Además, he vivido lo suficiente para no pretender privar a nadie de ningún consuelo, que pueda hallar frente a las heridas y el dolor, que causan las injusticias de los hombres, la naturaleza o el paso del tiempo: aunque no comparta esa forma de consuelo.
        Los medios de comunicación masiva, por intereses pecuniarios y no por convicción religiosa, les siguen la corriente, y hasta impulsan la superstición religiosa. Es conocida la voluminosa, como huera, propaganda que los medios masivos hacen en Buenos Aires, cuando se realiza una procesión desde Plaza Once a la Basílica de Lujan o largas filas en el barrio de Liniers para visitar a San Cayetano. En Argentina, los medios de comunicación, en lugar de educar al soberano; tienen terror a opinar sobre cuestiones religiosas. ¿Será que les conviene?
        Por eso le brindaron (y brindan) -por ejemplo- abundante espacio, a las obstinaciones oscurantistas con que los creyentes norteamericanos se empeñaron en convertir a la Biblia en un tratado de geología o de paleontología, inspirados por la divinidad…
        Aunque, la verdad sea dicha: es grave que hoy en día, en el país “más desarrollado del mundo”, en “la gran democracia del norte”; el llamado “diseño inteligente del mundo” (Dios), tenga más aceptación popular entre la población, que lo enseñado por la biología actual sobre la evolución de las especies.
        La campaña contra el proyecto de ley de despenalización del aborto, y educación sexual, que incluso lleva a algunos orates de confesionario a promover, nada menos, que la objeción de conciencia de alumnos y profesores -y otros ciudadanos- constituye una muestra irrefutable de la manipulación descarada de la ignorancia popular; que ha sido, durante siglos, marca de la Santa Casa.
        Se engaña a la gente diciendo que la educación sexual, y el programa para una reproducción saludable, interfiere con el derecho de los padres de educar moralmente a sus hijos. Y que si el Estado intenta instruir en valores; se convierte en totalitario o al menos en partidario.
        Los padres tienen derecho a formar religiosa y moralmente a sus hijos. Pero no tienen derecho a torturarlos y a enloquecerlos. El Estado tiene la obligación de garantizar una Educación que desarrolle la personalidad y enseñe a respetar los principios de la convivencia democrática. Y esta tarea, no puede llevarse a cabo sin transmitir reflexiones éticas y morales, válidas para todos; sean cuales fueran las creencias morales de la familia.
        También los padres tienen derecho a alimentar a sus hijos según la dieta que prefieran. Pero si el niño a los 6 años pesa 100 kilos, o 6 kilos; es seguro que los poderes públicos intervendrán, porque existe una idea común de peso saludable. Las groseras desviaciones conducen a las enfermedades y a la muerte.
        De igual modo existe una concepción común, de los principios de respeto mutuo y de pluralismo valorativo, en que se funda la ciudadanía. Y hay que asegurar que sean bien comprendidos, esos principios; por quienes mañana tendrán que ejercerlos.
        La “libertad de conciencia”, por fin aceptada, a regañadientes, a medias o en algo; por la Iglesia católica, tras perseguirla por más de doscientos años: admite perspectivas morales distintas, pero enmarcadas dentro de normas legales compartidas como un mínimo común democrático.
        El abuso de su “libertad” por parte de los religiosos, tiene efectos prácticos peligrosos. Por ejemplo, muchos piensan que no es urgente tomar ninguna medida para solucionar problemas dramáticos de la población, ya que “hay que fiarse de la voluntad de Dios”; dicen.
        En definitiva, digámos la verdad: la religión es un tipo literario, dentro del género de ciencia-ficción. Y combatirla como una plaga más, es darle importancia. Y eso es empobrecedor, no sólo para la imaginación, sino hasta para la razón humana.  FIN.-

Buenos Aires, febrero 15 de 2011. Celso Monterrey.-

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