Después de, casi, tres décadas de profesión, el periodista Ricardo Cattani nos dejó su experiencia periodística y la impresión que le causa la nueva forma de información del siglo XXI. Para Cattani el periodismo ha de ser siempre comprometido y veraz, intentando comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias…
¿Se puede educar desde los medios de comunicación?
Sí, definitivamente sí. Desde los medios de comunicación también se hace ciudadanía. Los contenidos en la grilla de programación de una radioemisora, de un canal de televisión, o un artículo publicado en la prensa, generan opinión y de acuerdo a cómo se presente el material estará la reacción del público objetivo. La vida no es solamente debate, discusión y enfrentamiento. A veces se confunden ciertas libertades que te permite la democracia. Hay que tener mucho cuidado con eso. Los medios de comunicación son el permanente disparador y estímulo de un sinfín de temas que hacen a la sociedad. Por este motivo hay que elevar la mira permanentemente. La exigencia en búsqueda de la excelencia debe ser el motor generador permanente al momento de emitir contenidos periodísticos.
¿Cómo definirías el poder que ejerce la prensa en Paysandú?
No estoy muy seguro que la prensa en Paysandú hoy tenga una decidida y marcada incidencia en el desarrollo de los sanduceros. Creo que esta pregunta tiene varias puntas y allí es donde me pueden surgir algunas dudas. En algunos temas los medios pueden incidir, tal vez en asuntos políticos partidarios, pero estoy convencido de que quienes trabajamos en esto no estamos lo suficientemente preparados e instruidos como para incidir en los destinos de una ciudad o departamento, porque de última somos los que trabajamos en los medios los que emitimos la opinión. No hay que perder de vista que somos una ciudad de frontera y la penetración de medios argentinos tienen su cuota aparte. Hay un considerable porcentaje de público objetivo que hace un buen rato no consume medios de comunicación de Paysandú. Es una triste realidad, porque ello desnuda el bajo nivel de propuestas y contenidos. Cuando periódicamente aparecen mediciones de cuál es la radio más escuchada, la compulsa no detalla la franja de escuchas que no sintonizan ni de casualidad radios de Paysandú, y es un dato que al momento de hacer la medición tiene que estar presente. Ello tiene que ver con lo que están haciendo los medios locales. Hay que agregar también que si haces una encuesta en todas las radios de FM, AM y televisión de Paysandú sobre si capacitan a sus empleados, seguramente no completarás la primera pregunta del cuestionario. Hay raras excepciones de gente con título, pero lamentablemente no trabajan en los medios de comunicación. Es un fenómeno que no lo entiendo. En un mundo de la competencia hay ciertos lujos difíciles de comprender.
¿Cuál debería ser el papel de la prensa cuando se informa desde sitios en los que no se respetan los derechos humanos?
En primer lugar cuando hablamos de derechos humanos no podemos detenernos solo en un capítulo dentro de la historia del país, como lo fue la última dictadura cívico militar de la década de 1970. Me inquieta sobremanera cuando los grupos que defienden los derechos humanos solo salen a los medios de comunicación para hablar de los delitos de lesa humanidad ocurridos durante el proceso. Me pregunto entonces dónde están estos grupos cuando los jubilados o pensionistas exigen una mejora en sus ingresos, cuando la atención en salud no es suficiente para satisfacer a la población, o qué pasa con la vivienda, educación, seguridad y otros temas del presente. ¿Estos no son derechos humanos? ¿Los derechos humanos solo exigen a los gobiernos? ¿Qué pasa con las exigencias a los empresarios, las ganancias, los salarios? ¿Los derechos humanos son solo contra los procesos totalitarios? Creo que esta gente desvía la atención de los grandes temas. En esto hay cierto sector de la prensa – especialmente capitalina – que ha montado una industria de las suposiciones y eso no es sano. Solamente me remito a las excavaciones en los batallones. Se paseó por todas las unidades a familiares de desaparecidos y se los expuso ante las cámaras de televisión. Creo que demasiado manoseo, con resultados casi nulos en la búsqueda. Sobre la ley de caducidad el pueblo se manifestó a través de dos referéndums e insisten con un asunto en el que la ciudadanía ya se expresó y la mayoría lo dio por terminado. Dónde están los derechos humanos cuando los diputados se aumentan los sueldos. No veo a ninguno de estos grupos en el palacio Legislativo reclamando por esos abrumadores atropellos a la inteligencia de la gente.
Como comunicador de larga data, ¿el papel de la prensa siempre tiene que ser de denuncia y de crítica?
No, para criticar y denunciar hay que tener una base fundamentada. Estudiar, seguir los temas, conocer a los protagonistas. Saber su pasado, en dónde trabaja, que intereses hay detrás de tal o cual acontecimiento. En esto es difícil ser juez cuando uno es parte de los medios de comunicación. Pero, observo con detenida preocupación cómo muchos comunicadores escudados en la libertad de prensa dicen lo que se les viene a la cabeza y eso es mucho más peligroso que portar un arma de fuego cargada en la vía pública a ojos de todo el mundo.
¿Cómo ves a la Humanidad, cuando se conocen tantas miserias perpetradas por el hombre?
Es una pregunta muy amplia. Si me detengo en responder exclusivamente sobre la conducta del hombre, aquí estoy en la obligación de citar nuevamente el papel que cumplen los medios de comunicación. Ejemplo: si cada vez que sintonizas un informativo o un programa periodístico lo único que ves es muerte, accidentes de tránsito, conflictos bélicos, robos, hurtos, rapiñas, copamientos, secuestros y vez que un día si y otro también los medios de penetración masiva te están mostrando que ese es el mundo que te espera una vez que traspasas la puerta de tu casa, terminas por convencerte de todo eso y por ende solo piensas en las miserias humanas. Me parece de mayúscula irresponsabilidad mostrar solo una parte de la realidad, que no es la absoluta verdad. Es una cara de los dos lados que tiene una moneda. Estoy convencido que en el mundo hay más cosas buenas que malas, pero el pequeño gran detalle es que – los medios de comunicación – muestran insistentemente solo una parte de la historia, es decir que hay otra historia. Vez el mismo accidente en el noticiero de la mañana, en la edición mediodía y en el central de la noche. Me parece que es demasiado. Creo que hay muchos intereses que mueven esos grandes aparatos. No tengo como comprobarlo, pero existe una industria de la información. Es aquí donde le puedo decir al lector que pregunte, que obligue, que indague, aunque esa conducta no va con la forma de ser del uruguayo. No solo pasa por los medios de comunicación el tener una mejor sociedad, incide, pero no le resuelva la vida a nadie.
¿Hay lugar para la esperanza?
Por lo que te decía anteriormente, por supuesto que hay esperanzas. Por eso estoy convencido de que el Estado debe ser un controlador de los contenidos. Ahora se acaba de presentar un ante proyecto de ley para radio y televisión. Sé que este comentario es igual a encender una mecha, pero alguien le tiene que poner freno y fin a tanta basura que los medios de fuerte penetración territorial emiten por día. Para esto hay que hacer algunos ejercicios, como el repasar la programación de las televisoras. Siete u ocho programas hablan de lo que pasó la noche anterior en otro programa, de gente que se pelea por temas que no aportan absolutamente nada y no le interesa a nadie. Es como que tengas un desencuentro con tu vecino de puerta y al día siguiente el escándalo se reproduzca en diez programas de televisión. No puedo ocultar mi molestia cuando veo como se facturan cifras astronómicas, emitiendo cualquier cosa, mientras quienes hacen un desmedido esfuerzo para producir buenos contenidos chocan con enormes murallas y el no es la respuesta más recurrente
Tenemos, al instante, más información que nunca, ¿implica esto que estamos mejor informados?
No, rotundamente no. Y si la pregunta se apoya en el fenómeno de la Internet, te digo que solo el 4% de la población mundial tiene acceso a ella, o sea que es muy poca gente dentro del contexto global. Hay dos verdades, la que emiten los medios de comunicación y lo que pasa en los hechos. Con esto no quiero decir que todos los medios mientan. Solo que cuando uno lee en un diario o periódico, escucha en un programa de radio o ve en la televisión tal o cual producto es apenas un minúsculo capítulo de toda la verdad. Como dicen los expertos una fotografía del momento.
A menudo los medios de comunicación convierten en espectáculo el dolor, ¿qué opinión te merece esto?
Es muy fuerte decirlo, pero es así. De hecho he tenido dificultades como periodista para enfrentar situaciones límites. Rara vez me ha pasado, pero en un par de oportunidades me negué a efectuar la cobertura. Consideré que poco aportaría al público objetivo. Estoy muy grande para transar con ciertas impertinencias y si bien me pagan por el trabajo que realizo, tengo mis límites. Si bien uno está preparado, estudia y maneja técnicas de abordaje hacia el entrevistado, hay situaciones extremadamente dolorosas y más en comunidades donde todos o la mayoría nos conocemos. Es aquí donde me pregunto donde está el límite de lo estrictamente profesional con el aspecto humano. Creo que es una línea muy delgada que la traspasas casi permanentemente sin buscarlo. Te cito una experiencia, cuando tuve que cubrir el caso de Romina Severo para el Centro Montecarlo de Noticias, la producción me solicitó testimonios de los familiares. Pude hablar con su mamá, porque ella quería hablar. Pero, no sé cómo hice para controlarme. Terminé las preguntas y se me caían las lágrimas. Cuando estaba pasando el material en la computadora, me preguntaba una y otra vez cuánto podía ayudar desde lo periodístico mi trabajo frente a tanto dolor familiar. Qué preguntar, cómo informar sin caer en el morboso acto de mostrar a una madre destrozada frente a tanta impotencia y angustia acumulada ante una cámara de televisión.
Es indudable que las nuevas tecnologías nos han facilitado mucho la comunicación, sobre todo en la inmediatez, ¿crees que han acarreado, también, aspectos negativos?
En primer lugar tengo mis reservas en que las tecnologías de vanguardia nos hayan facilitado a los humanos una mejor y mayor comunicación, y como lo he hecho en preguntas anteriores estoy en la obligación de citar ejemplos prácticos. Un cierto día me encontraba frente a mi hermana, quien estaba sentada junto a una amiga a menos de un metro de distancia. Cada una de ellas portaba un teléfono celular móvil. Las observé durante 20 minutos y no advertí en ningún momento que una de ellas emitiera palabra alguna. Entonces le pregunté: ¿Cecilia, hace casi media hora que están cada una con sus teléfonos celulares y no han emitido una sola palabra? A lo que me comentaron muy brevemente que se estaban comunicando por mensaje con otra amiga que vaya uno a saber donde estaba. No digo que eso esté mal, pero se estaban perdiendo un momento único, que es conversar. La maravillosa oportunidad que dos personas se comuniquen a través de la palabra. Eso tan rico para las relaciones humanas que es la posibilidad de enriquecer el lenguaje a través de una charla. Quiero decir que en el caso del teléfono celular, lo que hace es abreviar, omite y sintetiza. Es muy fácil de comprobar como el teléfono celular a incidido negativamente en la escritura. El abreviar las palabras conlleva a tener severas dificultades en la escritura. Esos muchachos celulares dependientes un día van a tener que enfrentar una entrevista de trabajo y no van a saber que decir. De hecho está ocurriendo y no es un tema menor.
De todos los lugares en los que has ejercido tu labor, ¿De cuál guardas recuerdos más gratos?
Aquí me pongo algo nostálgico, pero como cada uno de nosotros tenemos nuestra geografía e historia, estoy en la obligación de citar mis primeros años en CW 35 Radio Paysandú por 1984. Fueron los primeros tiempos. Los primeros nervios. Los de las mil preguntas sin respuestas. Los años de ansiedad y de interrogantes. De llegar llorando a casa porque pasaba el tiempo y no salía un solo segundo al aire. Digo esto porque hoy los muchachos lo quieren todo ya y se saltean unos cuantos escalones. Bueno, creo que el sistema también se lo permite. Eternas tardes leyendo artículos periodísticos en los diarios, o ficheros de textos de locución deportiva sin que se me cruzara por la cabeza la idea de ser locutor comercial. Mucho mate y galleta picada encerrado en el viejo estudio B de la Radio. Claro, había que agilizar la lectura, las pausas, los puntos, las comas. Pero, definitivamente fue el cimiento, los mojones y la confirmación que aquellos juegos infantiles – soñando a ser relator deportivo – podían transformarse en realidad solo con mucho trabajo y dedicación. La fuerte presencia de Néstor Gerardo Vanzini y Luís Enrique Langone. Ellos fueron los que me pusieron en esto y seguramente no alcanzarán los años de mi vida terrenal para agradecer tanta enseñanza a cambio de nada. Gracias a esos vientres generosos que dieron vida a gente de la calidad humana como la de Vanzini y Langone.
Ricardo Cattani es: ¿radio, televisión o prensa escrita?
Las tres cosas a la vez. Tal vez alguna de ellas con mayor exposición que otra. Son distintas y todas enriquecedoras con su lenguaje y ciertamente conectadas una de la otra. La televisión es imagen, pero necesita de un buen relato oral y ese relato debe estar apoyado de un buen texto. O sea que como se puede ver no están desconectadas.
¿Qué reflexión te provoca el paralelismo entre Paysandú ciudad y el interior?
Paysandú ciudad es mucho más centralista que Montevideo. Llegar al interior del interior es difícil, lo hacemos difícil. En todo sentido quienes vivimos en las ciudades somos seres centralizadores, hasta en nuestras cotidianeidades. Precisamente en oportunidad de cubrir el Encuentro con el Charrúa en las costas del arroyo Salsipuedes Grande por el año 2007 me pregunté, ¿y después de cortar el trozo de carne o tomar la copa de vino, quién habla de toda esta gente? Fue entonces que presenté una sugerente idea al director de Diario EL TELEGRAFO. Comenzar a escribir historias sobre el interior rural. Y así fue que desde mayo de 2007 tengo a cargo dos páginas, las que intentan amplificar las voces de los que no tienen voz.
¿Qué te dejó “El Otro Vecino”?
Crecimiento, aprendizaje, conocimiento y la gran posibilidad de descubrir un universo que no conocía hasta ese momento. Confieso que no estaba en mis planes ni en el más remoto sueño escribir un libro. Jamás se me había cruzado por la cabeza. Primero trabajar en la redacción de un Diario y después dedicarme a la literatura. Fue una rica experiencia y con una aceptación del público que no la imaginé en ningún momento. Hasta ahora es lo mejor que me ha ocurrido profesionalmente.
¿Cuáles son en estos momentos tus nuevos desafíos y prioridades?
Seguir estudiando, capacitarme e instruirme. Solo así se que puedo alcanzar los nuevos proyectos. Pues el único capital que tengo es mi capacidad de trabajo y la única garantía que presento son las cosas que he hecho en 27 años de actividad desarrollada en los medios de comunicación. Si en esto no estudias estás muerto. No basta con tragar todos los diarios, escuchar todas las radios y mirar todos los informativos y periodísticos de televisión, que por supuesto lo hago. Hay que estudiar. He destinado dineros que no tengo para formarme. De hecho en breve comienzo en Argentina un curso de narrativa y redacción radial. Te vas a reír con lo que te voy a contar, pero hasta para relatar un partido de básquetbol estudio. Tengo libros y libros de táctica y técnica. Movimientos de juego, estrategias y hasta el propio lenguaje. Imagínate si al oyente le decís; cuadrado de uno, lado de ayuda, lado de la pelota, pick and roll, o la defensa ataca al ataque. Hay que traducir todo ese lenguaje técnico sin perder de vista que dominas la estructura de ese deporte. Bueno, de hecho lo practiqué. Seguramente con lo que voy a decir los relatores de fútbol se van a enojar, pero muchos narradores de fútbol relatan básquetbol, pero en tres segundos te das cuenta que no saben lo que están diciendo porque no conocen el lenguaje técnico.
Todos los días – cuando estoy solo en casa – hablo en voz alta. Modulo la voz, trabajo en diferentes planos. No menor es la respiración y todos los días aprender un término nuevo a los efectos de enriquecer el vocabulario. Es una gimnasia de todos los días.
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