La Radio del Gato

viernes, 2 de julio de 2010

Jaime Sabines - Mario Sarabí


No es que muera de amor, muero de ti....

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,

De alertas tristísimos de tus ojos sin mi
de urgencia mía de mi piel de ti,
De tu sonrisa sin mi lengua por ti
de mi alma, de ti y de mi boca
La que pudo ser nuestra, la que debió
y del insoportable que yo soy sin ti.
Y del fiel obediente que me sueña contigo.
Muero de ti y de mi, muero de ambos,
Como pude morir de todos, muero
de nosotros, de ese,
Diseccionado en tu vientre
desgarrado, partido,
Con la vida intacta de apariencias muero
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,

Tu estas conmigo vacía de espacios
Seca de sangre muriéndonos
en mi cama en que faltas,
En la lencería que dejaste
O pudiste haber dejado, no sé
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el aire que mis uñas agreden buscándote
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro

mi esqueleto de abandono
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano

y mi aliento tu aliento estancado
y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al aire
Al paisaje desierto
para que estés fuera de mí,
Y en esa línea de horizonte acumulada en la memoria
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima

Lo que resta de mi, lo que te fue dado
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,

Sobre todo eso, desnuda, penetrada
y cierto, interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos

entre los dos, ahora, separados,
Buscando las censuras posibles, nos morimos
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,

En giros de corceles desertando a la batalla
en gestos que no vemos,
En pupitres hundidos de espera
y lo que es peor
en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos, amor, muero en tu vientre

En el repetido vocablo de tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
En el símbolo antiguo de tus curvas
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
De cárceles cercadas de silencios, que son tuyos
de triángulos oscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,

De sed de mi vida por ti, de hambre de ti
de nuestra muerte , amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,

Vino la muerte tantas veces a morirnos
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,

Te he llamado con la voz de adán
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.

Los que abundan los caminos de tus venas.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,

Y seguiremos así, duele el acierto
Hasta que el nudo de muerte ponga su fin al cuento
Y no podamos morirnos, y hablarnos
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

(El poema original pertenece al gran poeta mexicano Jaime Sabines, todo lo que está en negrita es su gran poema, el resto me pertenece, lo fui intercalando entre sus versos, quizá porque al leerlo hubiese querido haberlo escrito yo, quizá por ninguna razón, no es importante)

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