La Radio del Gato

martes, 8 de marzo de 2011

Juana de Ibarborou 1892 - 1979

8 de marzo de 1892: nacía en Melo la poetisa uruguaya Juana Fernández Morales, conocida popularmente como Juana de Ibarbourou.  Sin dudas, Juana, es una de las más celebres, por lo menos la de más aclamo popular, de las poetisas uruguayas y, además de ser, considerada una de las mejores de América.

En 1929 fue proclamada "Juana de América" en el Palacio Legislativo del Uruguay, ceremonia que presidió el poeta "oficial" uruguayo, J. Zorrilla de San Martín, y que contó con la participación del ensayista mexicano Alfonso Reyes.
Le fue otorgada medalla de oro en prácticamente todos los países del Nuevo Mundo, y también recibió unas cuantas en el Viejo.
 
Su obra, se distingue por su expresión sencilla, pero de profundo sentimientos y significado. Por un lenguaje y una forma, capaz, de ser interpretada por el público en general.

Ocupó la presidencia de la Sociedad Uruguaya de Escritores en 1950. Cinco años más tarde su obra fue premiada en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, y en 1959 se le concedió el Gran Premio Nacional de Literatura, otorgado ese año por primera vez. 

“Las lenguas de diamante” (1919), 
“El cántaro fresco” (1920), 
“Raíz salvaje” (1922)
“La rosa de los vientos” (1930)
“Estampas de la Biblia” (1935)
 “Pérdida” (1950)
“Azor” (1953)
“mensajes del escriba”(1953)
“Romances del destino” (1955)
“Oro y tormenta” (1956)
“La pasajera” (1967)
 “Canto rodado” (1958).


Su obra en prosa estuvo enfocada fundamentalmente hacia el público infantil; en ella destacan Epistolario (1927) y Chico Carlo (1944).

Murió en Montevideo el 15 de julio de 1979.

Autorromance de Juanita Fernández

Por quietas calles andaba
Juanita Fernández, que era
Muchacha como de pájaros
Y naranjas y colmenas.
Nadie veía su guardia
Callada, de serafines.
Nadie veía en sus sienes,
Invisible, el arco iris.

Nadie, ni padre, ni madre,
Ni parientes, ni padrinos,
Sabían que a aquella niña
La había marcado el Destino.
"Que inteligente Juanita!
Que fina piel de duraznos!
Que dos ojos de lucero,
en un cielo de verano!"

Y andaba Juanita, andaba,
Con sus muñecas, su perro
Tilo y sus libros de estudio
Por las callejas del pueblo.
Andaba Juanita, andaba,
Con un ángel de custodia,
Y su pobreza tan rica
Y sus ensueños de novia.

Primero, novia del aire,
Y después de un capitán.
Andaba Juanita, andaba,
Y era rica mas y mas.
Que importan la casa pobre,
Los vestidos de algodones,
Los zapatitos de cuero,
La blusa sin prendedores?

Veinte años casi sin crónica
Con solo el hijo y la paz
De sus versos y sus flores
De alambres y de cambray.
Alegre, tierna y callada,
Amante y sin ambición,
gorjeaba en cantos y canto
De vida y callado amor.

Ya sobre el pecho una estrella,
Ya otra mas sobre la sien,
Ya mil clarines al viento,
Y el toque de somatén.
Ya el llanto por sus mejillas,
Ya grises fuegos, su luna,
Mañanas de helada niebla,
Noches a desvelo y bruma.

Ya zapatos de gamuza,
Y vestidos de Paris,
Ya la sonrisa perdida,
Ya el deseo de morir,
El amor, como una rosa;
La vida, cáliz y cruz.
Tilo, borrado en la sombra.
Brumosa la Cruz del Sur.

Y en el Río de la Plata,
Sólo el barco de su fe,
Aunque sigan los clarines
Y el toque de somatén.
Que sola y sola Juanita,
en su casona vacía!.
América por sus salas
Pasa, y Juanita, perdida.
Ya no sabe de laureles
Ni de nardos en el alba.
Traen orquídeas a sus manos
Y mendiga un vaso de agua.
Secreto, !ay secreto, oh Dios,
Oculto el romance puro!
Vele el ángel con su túnica
El préstamo sin futuro.

Y cuando muera Juanita
A gritos todos dirán
Que fue bendito aquel día
Ocho de marzo, San Juan
De Dios, en tierras de Melo
Que la historia alabará.
Y ha de dormirse llevando
Sobre la mortaja, un sol:
El de un amor silencioso
Que nadie le adivinó.


La hora

Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.
Ahora , que tengo la carne olorosa,
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera
Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.
Después...¡oh, yo sé
que nada de eso más tarde tendré!
Que entonces inútil será tu deseo
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
hoy, y no mañana. Oh amante, ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?

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