La Radio del Gato

jueves, 9 de junio de 2011

EL CLUB DE TOBI


EL CLUB DE TOBI
GIRA 2011
                                                                  Viernes 17de JUNIO 
Hora 20.30 hs
Auditorio MiguelAngel Pias
                         Calle LeandroGomez 852

Músico invitado: Paolo Buscaglia en percusión.
ENTRADA LIBRE Y GRATUITA.
 

 
 
De regreso de su viaje a Cuba, donde pàrticiparan de la Semana de la Cultura Uurguaya en La Habana (del 26 al 5 de junio) , el cuarteto de cuerdas El Club de Tobicomienza su gira por el 
interior del país, presentando TOBISMO, su último trabajo discográfico. 
Este proyecto es ganador de los Fondos Concursablespara la Cultura otorgados por el MEC.
TOBISMO está basado en un repertorio de autores rioplatenses que abarca desde Eduardo Mateo,CharlyGarcía, Sumo, el Príncipe o el mismisimo Club de Tobi.
En esta oportunidad, contarán con la presencia de Paolo Buscaglia en percusión.

Reseña

El Club de Tobi es un cuarteto de cuerdas  de música popular, oriundo de  MontevideoUruguay  está integrado por Mario Gulla y Fernando Rosa (violines), Fernando Luzardoen viola y Bruno Masci en violoncello. Desde 1996  este cuarteto viene desarrollando actividades tanto en Uruguay como en Argentina. Con un repertorio amplio que abarca clásicos del rock, pop, reggae, jazz, milonga, tanto de autores nacionales e internacionales como también de su propia autoría.
El Club de Tobi ha tocado en tradicionales teatros y auditorios (más de 10 Salas Zitarrosas desde 2002 a la fecha, y un Teatro Solís), como así también en grandes escenarios de rock  (en el marco del Festival Cosquin Rock realizado en la provincia de Córdoba, Argentina, junto a Charly García oSkay Bellinson).

La versatilidad del formato del cuarteto de cuerdas hace queEl Club de Tobi exceda los escenarios tradicionales de música culta y popular, para presentarse también en los más diversos eventos (musicalización en vivo de cortometrajes , espectáculos teatrales, de danza, etc…), apuntando a un público amplio que disfruta plenamente de ésta especial propuesta, tanto escénica como musical.

El Club de Tobi tiene editados  hasta el momento  4 discos : AnselmoAldorio y Marimbondo
 Tobismo, éste último recientemente editado en Uruguay y Argentina, 
basado íntegramente en 
versiones de autores rioplatenses y composiciones propias. Abarca, entre otros, temas de Eduardo 
Mateo, Jorge Lazaroff, El Príncipe, Charly García, o LuisAlberto Spinetta.

Este año, el cuarteto está abocado a la presentación de Tobismo, tanto en Montevideo como en el interior del país, donde recorrerán  7 departamentos, como parte del proyecto ganador de los Fondos Concursables para la cultura, 2010,  la gira comprenderá Young, Paysandú, Salto, Lavalleja,MaldonadoRocha y Treinta y Tres.

 
La gira:
 
El 16 de junio, en YOUNG comienza nuerstraprimer gira por el interior del país,
 (proyecto ganador de los Fondos Concursables para la Cultura 2010), la misma comprenderá:
Jueves 16 junio  - Young -  Teatro Atenas
Viernes 17 junio -  Paysandú – Auditorio Miguel Angel PíasSábado 18 junio - Salto – Teatro Larrañaga
Viernes 8 julio- Maldonado – Casa de la Cultura
Sábado 9  julio- Rocha - Teatro 25 de mayo 

Viernes 15 julio - Minas - Teatro Lavalleja
Sábado 16 julio - Trenta y Tres – Cine Teatro Municipal

Todas las fechas con entrada libre y gratuita !!

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Próxima fecha en Montevideo: 22 de Junio Sala Zitarrosa

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Conocé nuestro nuevo Video Clip: 


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VISITA NUESTRO SITIO WEB

miércoles, 8 de junio de 2011

FRANNY GLASS EN CASA BLANCA‏



Sábado 11 de junio
Hora 21
Club Casa Blanca
Entrada libre


Franny lanza su tercer disco “El podador primaveral” producido por el español Xoel López y luego de tocar en Saladero 19, irá de gira con Luciano Supervielle.

Si quieres asistir a este concierto en el Club Casa Blanca

 
por favor escríbenos un mail a:

saladero19@gmail.com

o háblanos al 091076803 y reserva tu sitio

Tendremos transporte desde y hacia Paysandú

LA HERMANA MENOR + BUCEO INVISIBLE LUZ Y FUERZA AL FINAL DEL OTOÑO



Primer y especial encuentro
Estreno exclusivo del nuevo disco de buceo invisible "disfraces para el frío"
Viernes 10 de Junio21 : 30 hs.Lindolfo Teatro
Entradas en venta por red UTS y el teatroPor reservas para cenar y más información


La Hermana menor
 continúa presentando su disco Canarios (Bizarro, 2010) y Buceo Invisible adelantará material de su nuevo disco Disfraces para el frío de inminente edición (Bizarro , 2011). 
Buceo Invisible es un colectivo artístico creado por Sebástian Vitola, Marcos Barcellos, Diego Presa, Álvaro Bassi y Santiago Barcellos una noche de domingo del año 97 en el barrio Buceo (Montevideo). Desde un primer momento se trató de un grupo formado por músicos, poetas y artistas plásticos que realizan espectáculos (muestras) en salas y espacios recuperados donde las distintas disciplinas artísticas «dialogan».
Actualmente integran Buceo Invisible: Jorge Rodríguez, Diego Presa, Marcos Barcellos, Pablo Costanzo, Santiago Barcellos, Andrés Fernández, Fabián Cota, Antonio De La Peña,  Sebastián Vítola, Sebastián Santana, Jimena Romero, Federico Casanova.
Para escuchar adelantos de Disfraces para el frío: www.myspace.com/buceoinvisible
Después de las exploraciones estilísticas de Ex (2003) y del expansivo y premiado Todos estos cables rojos (2007), La Hermana Menor vuelve con un disco que se mueve en una dirección distinta.
Canarios es en cierta forma la calma que sigue a la violencia de su obra anterior, un disco que gira alrededor del concepto de territorio, de la relación afectiva con los lugares y los momentos que despiertan en todos los planos emocionales y en un espectro cromático que va de lo más luminoso a la total oscuridad. Un recorrido que va desde los paseos por el Parque Rodó hasta el deseo de confundirse en el extranjero, de hacerse uno con lo otro,
transitando por la memoria y por avenidas reales o imaginarias.
Sin dejar de lado las tormentas eléctricas o los paseos por el lado más psicodélico de la música local, Canarios es un disco enfocado en lo melódico y en la mirada hacia el interior, tanto psicológico como geográfico.
El disco de madurez de una banda en perpetuo cambio y a la que la palabra madurez no le significa nada.

martes, 7 de junio de 2011

MARTIN BUSCAGLIA - Re-edición de su primer disco y Teatro Solís‏

 Re-edición de su primer disco

“LLEVENLE”
 A pocos días de llegar al Teatro Solís, Bizarro presenta la nueva edición de LLEVENLE, el primer álbum de MARTIN BUSCAGLIA, publicado originalmente por el sello Orfeo en 1995.
 En el texto que acompaña al lanzamiento Martín dice que “ante esta eventualidad de re editar por vez primera “Llevenlé”, más de 15 años después, lo primero que hice fue empezar a re trabajar los temas. Remezclarlo es imposible, ya no existen las pistas separadas de estas canciones, así que experimenté agregándole instrumentos y voces a lo que ya había. Un órgano por acá, unos coros por allá, un tuneo tecnotrónico más allá. De esa manera me entretenía y entusiasmaba más la idea de volver atrás en el tiempo.
Pero no bien empezar a avanzar en esas re versiones, me di cuenta de que por mejor que quedaran, eso implicaba una traición al espíritu original y salvaje y efervescente con que encaré grabar este disco. No valía (...). La cosa es que, como decía, quise re versionar los temas y me di cuenta que no daba”.


Teatro Solís - 23 de Junio  
 Un show extenso repasando las músicas de sus últimos trabajos y presentando canciones nuevas, como buceando en el pasado y en el futuro.
 "38 AÑOS DE MÚSICA" se subtitula este espectáculo, ya que no hay ni se desea una fecha específica a conmemorar, sino el trabajo en proceso de un artista único y de vanguardia.
 Hace 15 años editaba su primer disco, hace 20 daba su primer concierto (acompañado por Eduardo Mateo), hace 30 grababa con Pippo Spera en el disco "Pocas Palabras", y hace más años aún su canción "Todo el mundo " se cantaba en los shows de "Canciones para no dormir la siesta".
 Lo dicho, 38 años de música.
Serán más de 10 músicos en escena Matías Rada, Martín Ibarburu, Herman Klang, Pomo Vera, Mariana Lucía, Elena Prieto, Mariana Vázquez, Rodolfo Vidal, Nico Varela y Martín Morón. 
MARTIN BUSCAGLIA, sin duda es uno de los grandes músicos de nuestro país y ha compartido escenario con Kiko Veneno, Fito Páez, Jorge Drexler, Arnaldo Antunes, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Julieta Venegas, entre otros.

Jueves 23 de Junio - 21hs :: TEATRO SOLIS
Entradas en Venta por RED UTS
Financia OCA 


lunes, 6 de junio de 2011

Invitación

PRESENTACIÓN

Los invitamos a tod@s para la presentación de la novela  
MATAR A LÓPEZ
Del polifacético Mario Sarabí


LOS ESPERAMOS EL VIERNES 10 EN LA CASONA DEL PARQUE POSADAS COMO ACOSTUMBRAMOS LA MÚSICA TAMBIÉN ESTARÁ PRESENTE
HORA 19
LUIS A. DE HERRERA CASI MILLÁN

CONTAREMOS CON LA PRESENCIA DE INVITADOS QUE HARÁN DE LA TARDECITA NOCHE UNA GRAN FIESTA.

FRANNY GLASS EN EXCLUSIVA EN CLUB CASA BLANCA...‏PAYSANDÚ


SALADERO 19 comienza un ciclo de FREE MUSIC
que se puede definir como música contemporánea sin genero específico.


Tendremos de manera exclusiva propuestas frescas desde Montevideo como:

FRANNY GLASS
telonero de Luciano Supervielle 

DANI UMPI y ADRIAN SOIZA
dos arriesgados performers musicales
y guionista de la peli "Miss Tacuarembo" 

LAURA CHINELLI
presentando su disco 
"Historias de Invierno"

MAX CAPOTE
después de su gira europea con Martín Buscaglia y Jorge Drexler

Los invitamos a disfrutar de estas noches de Bar Concert. 
No falten se la pasarán bien!

Arrancamos este sábado 11 de junio a las 21:00 hrs
con FRANNY GLASS

ENTRADA LIBRE PREVIA RESERVACIÓN
informes y reservas en:
cel: 091076803



sábado, 4 de junio de 2011

GACETILLA EL MURAL 5 JUNIO 2011‏

Hoy!! ACTO ESCOLAR, una sátira teatral sobre la educación en Paysandú.


HOY SABADO 4  DE JUNIO EN PAYSANDÚ


ACCIONES IMAGINARIAS presenta:

ACTO ESCOLAR

Una obra divertida y mordaz sobre el sistema educativo contemporáneo

Apta para todos los que fueron y son maestros, alumnos o ambas cosas.
Te vas a divertir.
Mayores de 10 años


SÁBADO 4 de JUNIO
21:00 hrs. 
TEATRO IMAGINATEATRO
Leandro Gómez 568
(Frente a Plaza Artigas)

COSTO 120 pesos

jueves, 2 de junio de 2011

Invitación

Falleció Aníbal Barrios Pintos

A la edad de 92 años, falleció el historiador e integrante de la Academia Nacional de Letras Aníbal Barrios Pintos.

Su primer libro fue “Rivera en el ayer, de la crónica a la historia”, hace más de cincuenta años. Desarrolló una larga carrera de investigación de la historia del país y su gente. Recorrió como pocos el pasado del interior y de los barrios de Montevideo.
En agosto de 2007, en un homenaje que hiciera el Ministerio de Educación y Cultura, Barrios Pintos decía que “mucho he querido hacer como auténtico autodidacta y sólo algo he podido. Pero algo de lo mío quizá quede en el aire, en mis cuarenta y tres obras publicadas hasta este instante fugitivo, para servicio de la comunidad. He acariciado en la fragua del tiempo hechos y sueños que dejan memoria en la piel, con la alegría de comprender y sentirse comprendido. Nací en un lugar donde están cerca y se ven brillantes los luceros, como en el lugar donde vivió el poeta moguereño de fama universal Juan Ramón Jiménez, al que he llevado en la sangre y en el corazón. Me he atenido siempre al concepto de Unamuno: “Cuanto más de su tierra y de su tiempo es un hombre, más lo es de todas las tierras y de todos los tiempos”. He tenido el privilegio de conocer cabalmente mi país. Sesenta y nueve años han transcurrido desde que emprendí el peregrinaje por sus núcleos poblados, desarrollando, inicialmente, una labor de publicista, realizada con modestia pero con intensidad efectiva.” En 1971, para la colección Nuestra Tierra publicó dos libros clave para la historia de la capital: “Montevideo visto por los viajeros” y “Montevideo. Los barrios”.  Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1976.

Actualmente estaba ultimando los detalles de dos enormes tomos sobre los valores culturales, plásticos, y literarios del  interior, ordenados por departamentos que se editarán próximamente bajo el título "De tierra adentro".

miércoles, 1 de junio de 2011

Poemas -- Macedonio Fernández (1874-1952)

Hay Un Morir

No me lleves a sombras de la muerte
Adonde se hará sombra mi vida,
Donde sólo se vive el haber sido.
No quiero el vivir del recuerdo.
Dame otros días como éstos de la vida.
Oh no tan pronto hagas
De mí un ausente
Y el ausente de mí.
¡Que no te lleves mi Hoy!
Quisiera estarme todavía en mí.
Hay un morir si de unos ojos
Se voltea la mirada de amor
Y queda sólo el mirar del vivir.
Es el mirar de sombras de la Muerte.
No es Muerte la libadora de mejillas,
Esto es Muerte. Olvido en ojos mirantes.
AMOR SE FUE

Amor se fue; mientras duró 
de todo hizo placer. 
Cuando se fue 
nada dejó que no doliera.


CREÍA YO

No a todo alcanza Amor, pues que no puedo 
romper el gajo con que Muerte toca. 
Mas poco Muerte puede 
si en corazón de Amor su miedo muere. 
Mas poco Muerte puede, pues no puede 
entrar su miedo en pecho donde Amor. 
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.




LAYDA

Adelaida - Beethoven — 1800 
Poema a mente confusa de: Layda-yo — 1930 

— Llamad, llamad ¿buscáis las palabras en Layda? 
— Es que no sabemos las palabras por Layda, 
las palabras que devuelven Layda. 
— Llamad; ¡pero llamad! 

La muerte nunca quiso ser creída. 
Y se mostró en Layda para elocuencia de su afán de no ser creída. 
Quien conoció a Layda y su boca siempre con palabras porque siempre Layda 
tenía que decir a otro "Gusto de que tú vivas" —y esto era 
lo que en todo lo que dijera se decía— no creerá más un morir de ella ni uno propio. 

¿Hay en lo Real una muerte de Layda? 
Lo que es del modo del vivir-sentir, nunca pudo salir de su modo. 
Lo muerto lo fue siempre y será, nunca pudo salir de su modo. 
¿Pudo ignorarse que había Adelayda? 
¿Pudo saberse un día: Layda ha muerto? 
Hubo que creerlo ahora: Layda tenía muerte. 
Oh, no: la hora es de no creer muerte en Layda. 
Es que Layda era una en que Muerte puede hacerse comprender, 
es decir hacerse por fin increer. 
Mortales son sólo los que no tienen el latido de increer la muerte en Layda. 
Sí, viniste para que ya la muerte no fuera creída. 

Es mucho silencio; es el mayor silencio que se ha Dado. 
Oh ¡Te has callado mucho, Layda! 
Oh Muro, oh Silencio. ¡Tú en la Ribera sin otra, sin Eco de ribera! 
Donde del paso último sólo la forma de un pie se lee. 
Oh Layda nombrada en el eco de "lágrimas" 
Layda Lovgan. Ah. 

martes, 31 de mayo de 2011

MANIFIESTO “DEMOCRACIA REAL YA”:

Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean.
Unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologías bien definidas, otros nos consideramos apolíticos… Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor. Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros… Por la indefensión del ciudadano de a pie.
Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Pero si todos nos unimos, podemos cambiarla. Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor. Por ello sostenemos firmemente lo siguiente:

Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sostenibilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas. Existen unos derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: derecho a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal, y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz.
El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental no atiende a estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad.
La democracia parte del pueblo (demos=pueblo; cracia=gobierno) así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser la de llevar nuestra voz a las instituciones, facilitando la participación política ciudadana mediante cauces directos y procurando el mayor beneficio para el grueso de la sociedad, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partitocrática encabezada por las inamovibles siglas del PPSOE.
El ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos. El obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto. Hasta el colapso.
La voluntad y fin del sistema es la acumulación de dinero, primándola por encima de la eficacia y el bienestar de la sociedad. Despilfarrando recursos, destruyendo el planeta, generando desempleo y consumidores infelices.
Los ciudadanos formamos parte del engranaje de una máquina destinada a enriquecer a una minoría que no sabe ni de nuestras necesidades. Somos anónimos, pero sin nosotros nada de esto existiría, pues nosotros movemos el mundo.
Si como sociedad aprendemos a no fiar nuestro futuro a una abstracta rentabilidad económica que nunca redunda en beneficio de la mayoría, podremos eliminar los abusos y carencias que todos sufrimos.
Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado. No soy sólo lo que compro, por qué lo compro y a quién se lo compro.

Por todo lo anterior, estoy indignado.

Creo que puedo cambiarlo.
Creo que puedo ayudar.
Sé qué unidos podemos.
Sal con nosotros. Es tu derecho.

lunes, 30 de mayo de 2011

Juan Carlos Onetti (1909-1994)

El gran escritor uruguayo Juan Carlos Onetti nació en el el 1° de julio de 1909 en el Barrio Sur de la ciudad de Montevideo.
A lo largo de su extensa carrera publicó una gran cantidad de cuentos, poemas, novelas y artículos para periódicos y suplementos de revistas.
 De joven, trabajó como portero, mozo de café, vendedor de entradas en el Estadio Centenario o empleado de una empresa de neumáticos. En 1930 se traslada a Buenos Aires, donde al parecer fracasa como vendedor de máquinas de escribir. Hace periodismo (crónicas cinematográficas) en el diario Crítica. En 1933, el diario La Prensa publica uno de sus primeros cuentos. De 1934 a 1940 vive en Montevideo. Carlos Quijano funda en 1939 el semanario Marcha, en el que Onetti ocupa la secretaría de redacción y firma además con varios seudónimos. Publica su primera novela, El pozo (en tirada de sólo 500 ejemplares), que diversos críticos destacaron luego como piedra fundamental de la nueva narrativa uruguaya.
          
Desde 1941 hasta 1954 reside nuevamente en Buenos Aires, donde trabaja en la agencia Reuter y en las revistas Vea y Lea e Ímpetu. Publica asimismo cuentos y las novelas Tierra de nadie (1941), Para esta noche(1943), La vida breve (1950) y Los adioses (1954). En 1955 regresa a Montevideo, colabora en el diario Acción, de Luis Batlle Berres, y en 1957 es designado director de las Bibliotecas Municipales de Montevideo. Publica varios libros de cuentos (entre ellos, el notable El infierno tan temido, y las novelas El astillero (1961) y Junta cadáveres (1964).
Del traslado personal cabe responsabilizar a la dictadura uruguaya (afortunadamente cancelada a partir de 1985) que encarceló a Onetti por el singular delito de haber integrado un jurado del semanario Marcha que premió un cuento de Nelson Marra, entendido por los censores castrenses como un mero circunloquio sobre la muerte violenta de un connotado torturador. Cuando por fin recuperó la libertad, la permanencia en Montevideo se hizo insoportable para el novelista, calificado entonces de “pornógrafo” por las autoridades militares, y en consecuencia emigró a España, donde el merecido prestigio y la amplia divulgación de sus libros no fueron inmediatos.

Fue a partir del Premio Cervantes, que le fuera concedido en 1980, cuando la fama de Onetti se consolidó definitivamente. Sus tres. últimas novelas, publicadas, todas en España, son Dejemos hablar al viento(1979), Cuando entonces (1987) y Cuando ya no importe (1993).

Ángel Rama, refiriéndose a El pozo, llegó a decir que “este arisco, crítico, desolado texto, abre la narrativa contemporánea”.
          
Juan Carlos Onetti recibió varios premios y distinciones a lo largo de su vida, destacándose el Premio Nacional de Literatura de Uruguay en 1962 y el Premio Cervantes en España de1980, por su libro “Dejemos hablar al viento” considerado por la crítica especializada como el mejor libro de habla hispana de1979.

En 1993 publicó su última novela Cuando ya no importa.
Falleció el 30 de Mayo de 1994. 


Bienvenido, Bob - Juan Carlos Onetti (1909-1994)

Es seguro que cada día estará más viejo, más lejos del tiempo en que se llamaba Bob, del pelo rubio colgando en la sien, la sonrisa y los lustrosos ojos de cuando entraba silenciosamente en la sala, murmurando un saludo o moviendo un poco la mano cerca de la oreja, e iba a sentarse bajo la lámpara, cerca del piano, con un libro o simplemente quieto y aparte, abstraído, mirándonos durante una hora sin un gesto en la cara, moviendo de vez en cuando los dedos para manejar el cigarrillo y limpiar de cenizas la solapa de sus trajes claros.
Igualmente lejos -ahora que se llama Roberto y se emborracha con cualquier cosa, protegiéndose la boca con la mano sucia cuando toso- del Bob que tomaba cerveza, dos vasos solamente en la más larga de las noches, con una pila de monedas de diez sobre su mesa de la cantina del club, para gastar en la máquina de discos. Casi siempre solo, escuchando jazz, la cara soñolienta, dichosa y pálida, moviendo apenas la cabeza para saludarme cuando yo pasaba, siguiéndome con los ojos tanto tiempo como yo me quedara, tanto tiempo como me fuera posible soportar su mirada azul detenida incansablemente en mí, manteniendo sin esfuerzo el intenso desprecio y la burla más suave. También con algún otro muchacho, los sábados, alguno tan rabiosamente joven como él, con quien conversaba de solos, trompas y coros y de la infinita ciudad que Bob construiría sobre la costa cuando fuera arquitecto. Se interrumpía al verme pasar para hacerme el breve saludo y no sacar los ojos de mi cara, resbalando palabras apagadas y sonrisas por una punta de la boca hacia el compañero que terminaba siempre por mirarme y duplicar en silencio el silencio y la burla.
A veces me sentía fuerte y trataba de mirarlo: apoyaba la cara en una mano y fumaba encima de mi copa mirándolo sin pestañear, sin apartar la atención de mi rostro que debía sostenerse frío, un poco melancólico. En aquel tiempo Bob era muy parecido a Inés; podía ver algo de ella en su cara a través del salón del club, y acaso alguna noche lo haya mirado como la miraba a ella. Pero casi siempre prefería olvidar los ojos de Bob y me sentaba de espaldas a él y miraba las bocas de los que hablaban en mi mesa, a veces callado y triste para que él supiera que había en mí algo más que aquello por lo que había juzgado, algo próximo a él; a veces me ayudaba con unas copas y pensaba "querido Bob, andá a contárselo a tu hermanita", mientas acariciaba las manos de las muchachas que estaban sentadas a mi mesa o estiraba una teoría sobre cualquier cosa, para que ellas rieran y Bob lo oyera.
Pero ni la actitud ni la mirada de Bob mostraban ninguna alteración en aquel tiempo, hiciera yo lo que hiciera. Sólo recuerdo esto como prueba de que él anotaba mis comedias en la cantina. Tenía un impermeable cerrado hasta el cuello, las manos en los bolsillos. Me saludó moviendo la cabeza, miró alrededor enseguida y avanzó en la habitación como si me hubiera suprimido con la rápida cabezada: lo vi moverse dando vueltas a la mesa, sobre la alfombra, andando sobre ella con sus amarillentos zapatos de goma. Tocó una flor con un dedo, se sentó en el borde de la mesa y se puso a fumar mirando el florero, el sereno perfil puesto hacia mí, un poco inclinado, flojo y pensativo. Imprudentemente -yo estaba de pie recostado contra el piano- empuje con mi mano izquierda una tecla grave y quedé ya obligado a repetir el sonido cada tres segundos, mirándolo.
Yo no tenía por él más que odio y un vergonzante respeto, y seguí hundiendo la tecla, clavándola con una cobarde ferocidad en el silencio de la casa, hasta que repentinamente quedé situado afuera, observando la escena como si estuviera en lo alto de la escalera o en la puerta, viéndolo y sintiéndolo a él, Bob, silencioso y ausente junto al hilo de humo de su cigarrillo que subía temblando; sintiéndome a mí, alto y rígido, un poco patético, un poco ridículo en la penumbra, golpeando cada tres exactos segundos la tecla grave con mi índice. Pensé entonces que no estaba haciendo sonar el piano por una incomprensible bravata, sino que lo estaba llamando; que la profunda nota que tenazmente hacía renacer mi dedo en el borde de cada última vibración era, al fin encontrada, la única palabra pordiosera con que podía pedir tolerancia y comprensión a su juventud implacable. Él continuó inmóvil hasta que Inés golpeó la puerta del dormitorio antes de bajar a juntarse conmigo. Entonces Bob se enderezó y vino caminando con pereza hasta el otro extremo del piano, apoyó un codo, me miró un momento y después dijo con una hermosa sonrisa: "¿Esta noche es una noche de lecho o de whisky? ¿Ímpetu de salvación o salto en el vacío?".
No podía contestarle nada, no podía deshacerle la cara de un golpe; dejé de tocar y fui retirando lentamente la mano del piano. Inés estaba en la mitad de la escalera cundo él me dijo: "Bueno, puede ser que usted improvise".
El duelo duró tres o cuatro meses, y yo no podía dejar de ir por las noches al club -recuerdo, de paso, que había campeonato de tenis por aquel tiempo- porque cuando me estaba por algún tiempo sin aparecer por allí, Bob saludaba mi regreso aumentando el desdén y la ironía en sus ojos y se acomodaba en el asiento con una mueca feliz.
Cuando llegó el momento de que yo no pudiera desear otra solución que casarme con Inés cuanto antes, Bob y su táctica cambiaron. No sé cómo supo mi necesidad de casarme con su hermana y de cómo yo había abrazado esa necesidad con todas las fuerzas que me quedaban. Mi amor por aquella necesidad había suprimido el pasado y toda atadura con el presente. No reparaba entonces en Bob; pero poco tiempo después hube de recordar cómo había cambiado en aquella época y alguna vez quedé inmóvil, de pie en la esquina, insultándolo entre dientes, comprendiendo que entonces su cara había dejado de ser burlona y me enfrentaba con seriedad y un intenso cálculo, como se mira un peligro o una tarea compleja, como se trata de valorar el obstáculo y medirlo con las fuerzas de uno. Pero yo no le daba ya importancia y hasta llegué a pensar que en su cara inmóvil y fija estaba naciendo la comprensión por lo fundamental mío, por un viejo pasado de limpieza que la adorada necesidad de casarme con Inés extraía de debajo de los años y sucesos para acercarme a él.
Después vi que estaba esperando la noche; pero lo vi recién cuando aquella noche llegó Bob y vino a sentarse a la mesa donde yo estaba solo y despidió al mozo con una seña. Esperé un rato mirándolo, era tan parecido a ella cuando movía las cejas; y la punta de la nariz, como a Inés, se le aplastaba un poco cuando conversaba. "Usted no va a casarse con Inés", dijo después. Lo miré, sonreí, dejé de mirarlo. "No, no se va a casar con ella porque una cosa así se puede evitar si hay alguien de veras resuelto a que se haga". Volví a sonreírme. "Hace unos años -le dije- eso me hubiera dado muchas ganas de casarme con Inés. Ahora no agrega ni saca. Pero puedo oírlo, si quiere explicarme...". Enderezó la cabeza y continuó mirándome en silencio; acaso tuviera prontas las frases y esperaba a que yo completara la mía para decirlas. "Si quiere explicarme por qué no quiere que yo me case con ella", pregunté lentamente y me recosté en la pared. Vi enseguida que yo no había sospechado nunca cuánto y con cuanta resolución me odiaba; tenía la cara pálida, con una sonrisa sujeta y apretada con los labios y dientes. "Habría que dividirlo por capítulos -dijo-, no terminaría en la noche".
"Pero se puede decir en dos o tres palabras. Usted no se va a casar con ella porque usted es viejo y ella es joven. No sé si usted tiene treinta o cuarenta años, no importa. Pero usted es un hombre hecho, es decir deshecho, como todos los hombres a su edad cuando no son extraordinarios". Chupó el cigarrillo apagado, miró hacia la calle y volvió a mirarme; mi cabeza estaba apoyada contra la pared y seguía esperando. "Claro que usted tiene motivos para creer en lo extraordinario suyo. Creer que ha salvado muchas cosas del naufragio. Pero no es cierto". Me puse a fumar de perfil a él; me molestaba, pero no le creía; me provocaba un tibio odio, pero yo estaba seguro de que nada me haría dudar de mí mismo después de haber conocido la necesidad de casarme con Inés. No; estábamos en la misma mesa y yo era tan limpio y tan joven como él. "Usted puede equivocarse -le dije-. Si usted quiere nombrar algo de lo que hay deshecho en mí...". "No, no -dijo rápidamente-, no soy tan niño. No entro en ese juego. Usted es egoísta; es sensual de una sucia manera. Está atado a cosas miserables y son las cosas las que lo arrastran. No va a ninguna parte, no lo desea realmente. Es eso, nada más; usted es viejo y ella es joven. Ni siquiera debo pensar en ella frente a usted. Y usted pretende...". Tampoco entonces podía yo romperle la cara, así que resolví prescindir de él, fui al aparato de música, marqué cualquier cosa y puse una moneda. Volví despacio al asiento y escuché. La música era poco fuerte; alguien cantaba dulcemente en el interior de grandes pausas. A mi lado Bob estaba diciendo que ni siquiera él, alguien como él, era digno de mirar a Inés a los ojos. Pobre chico, pensé con admiración. Estuvo diciendo que en aquello que él llama vejez, lo más repugnante, lo que determinaba la descomposición era pensar por conceptos, englobar a las mujeres en la palabra mujer, empujarlas sin cuidado para que pudieran amoldarse al concepto hecho por una pobre experiencia. Pero -decía también- tampoco la palabra experiencia era exacta. No había ya experiencias, nada más que costumbre y repeticiones, nombres marchitos para ir poniendo a las cosas y un poco crearlas. Más o menos eso estuvo diciendo. Y yo pensaba suavemente si él caería muerto o encontraría la manera de matarme, allí mismo y enseguida, si yo le contara las imágenes que removía en mí al decir que ni siquiera él merecía tocar a Inés con la punta de un dedo, el pobre chico, o besar el extremo de sus vestidos, la huella de sus pasos o cosas así. Después de una pausa -la música había terminado y el aparato apagó las luces aumentando el silencio-, Bob dijo "nada más", y se fue con el andar de siempre, seguro, ni rápido ni lento.
Si aquella noche el rostro de Inés se me mostró en las facciones de Bob, si en algún momento el fraternal parecido pudo aprovechar la trampa de un gesto para darme a Inés por Bob, fue aquella, entonces, la última vez que vi a la muchacha. Es cierto que volví a estar con ella dos noches después en la entrevista habitual, y un mediodía en un encuentro impuesto por mi desesperación, inútil, sabiendo de antemano que todo recurso de palabra y presencia sería inútil, que todos mis machacantes ruegos morirían de manera asombrosa, como si no hubieran sido nunca, disueltos en el enorme aire azul de la plaza, bajo el follaje de verde apacible en mitad de la buena estación.
Las pequeñas y rápidas partes del rostro de Inés que me había mostrado aquella noche Bob, aunque dirigidas contra mí, unidas a la agresión, participaban del entusiasmo y el candor de la muchacha. Pero cómo hablar a Inés, cómo tocarla, convencerla a través de la repentina mujer apática de las dos últimas entrevistas. Cómo reconocerla o siquiera evocarla mirando a la mujer de largo cuerpo rígido en el sillón de su casa y en el banco de la plaza, de una igual rigidez resuelta y mantenida en las dos distintas horas y los dos parajes; la mujer de cuello tenso, los ojos hacia delante, la boca muerta, las manos plantadas en el regazo. Yo la miraba y era "no", sabía que era "no" todo el aire que la estaba rodeando.
Nunca supe cuál fue la anécdota elegida por Bob para aquello; en todo caso, estoy seguro de que no mintió, de que entonces nada -ni Inés- podía hacerlo mentir. No vi más a Inés ni tampoco a su forma vacía y endurecida; supe que se casó y que no vive ya en Buenos Aires. Por entonces, en medio del odio y del sufrimiento me gustaba imaginar a Bob imaginando mis hechos y eligiendo la cosa justa o el conjunto de cosas que fue capaz de matarme en Inés y matarla a ella para mí.
Ahora hace cerca de un año que veo a Bob casi diariamente, en el mismo café, rodeado de la misma gente. Cuando nos presentaron -hoy se llama Roberto- comprendí que el pasado no tiene tiempo y el ayer se junta allí con la fecha de diez años atrás. Algún gastado rastro de Inés había aún en su cara, y un movimiento de la boca de Bob alcanzó para que yo volviera a ver el alargado cuerpo de la muchacha, sus calmosos y desenvueltos pasos, y para que los mismos inalterados ojos azules volvieran a mirarme bajo un flojo peinado que cruzaba y sujetaba una cinta roja. Ausente y perdida para siempre, podía conservarse viviente e intacta, definitivamente inconfundible, idéntica a lo esencial suyo. Pero era trabajoso escarbar en la cara, las palabras y los gestos de Roberto para encontrar a Bob y poder odiarlo. La tarde del primer encuentro esperé durante horas a que se quedara solo o saliera para hablarle y golpearlo. Quieto y silencioso, espiando a veces su cara o evocando a Inés en las ventanas brillantes del café, compuse mañosamente las frases del insulto y encontré el paciente tono con que iba a decírselas, elegí el sitio de su cuerpo donde dar el primer golpe. Pero se fue al anochecer acompañado por tres amigos, y resolví esperar, como había esperado él años atrás, la noche propicia en que estuviera solo.
Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra "mi señora"; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono.
Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre.
No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.

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